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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ventura Pons de vez en cuando resurge como un guadiana cualquiera haciendo películas que últimamente casi no se ven en el resto de España, únicamente en Cataluña y territorios adyacentes.
Y así surge una vez más, en esta ocasión, con un documental sobre tres personajes que fueron populares en su día en los años setenta en Barcelona pero que ninguno de ellos era ni siquiera catalán: Ocaña un andaluz, Rubianes un gallego y Gato Pérez un argentino.
Ninguno de los tres están vivos y tal vez con esta nueva producción se quiera reivindicar su memoria y recordarlos para aquellos que fueran sus seguidores en las actividades que cada uno ejercían y volver a vivir, de paso, la Barcelona de aquellos tiempos.
Sobre dos de ellos, Ocaña y Gato Pérez, su memoria se hace a través de sendas entrevistas largas.
En torno al primero Mercé Bonaventura habla con Jesús Pérez Ocaña, su hermano gemelo, que conversan sobre cómo el pintor de brocha gorda de Cantillana (Sevilla), se convirtió en un artista del pincel al óleo con un estilo propio muy singular.
Del segundo es una vieja charla ya existente que se produce en la barra de un bar entre Carles Flavià y Jaume Sisa, fragmentada por algunas intervenciones de otras personas que le conocieron como Benjamín Escoriza, Clara Pérez o el cantante Moncho que interpreta una de sus canciones.
Finalmente del tercero se recoge una especie de documental doméstico de un viaje que realizó a África.
Para los dos primeros se ilustra la correspondiente charla sobre ellos con fragmentos de los documentales que el propio Ventura realizó de sus figuras, 'Ocaña, retrato intermitente' (1978) y 'El gran Gato' (2002), de este último varios artistas, como Gitanos de Gracia o Los Manolos, cantan algunas de sus canciones.
Para el tercero las imágenes provienen de las del video del mencionado viaje turístico que hizo Rubianes por Campala, Nairobi, Lago Victoria, Kenia entre otros lugares de África, en el que bromea con las fieras, de las que se extraen unos veinte minutos, que ni tienen gracia, ni pegan ni con cola, con respecto a los otros dos fragmentos.
Ventura Pons hacía mejor cine cuando se dedicaba a adaptar textos literarios, ya fueran extraídos de novelas o de obras teatrales, la mayoría de las veces de autores catalanes, al cine como 'Actrices' (1997), 'Amigo/Amado' (1999), 'Anita no pierde el tren' (2000), 'Manjar de amor' (2002), 'Amor idiota' (2004), 'Animales heridos' (2006), 'La vida abismal' (2007) entre otras, que cuando se dedica a hacer documentales con refritos que tienen poco interés como es el caso de este 'Universal y faraona' (2017), que no ve casi nadie, que no es rentable por taquilla a pesar de su bajo coste y que se nutre, posiblemente, de la subvención del gobierno catalán.
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