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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es difícil tras la polémica alcanzada a lo largo de los meses de rodaje, no caer en la tentación de comparar la película de John Glenn con la de Ridley Scott, máxime tratando el mismo tema y estando su estreno a tan pocas fechas la una de la otra.
Pero lo que en la primera era un film de piratas, tratado con el ritmo de las cintas que en los años cuarenta y cincuenta interpretaban Errol Flynn y demás compañeros de aventuras, en esta nueva versión de Ridley Scott se convierte en una obra majestuosa, perfeccionista, de una gran belleza formal, buscando más la estética que lo comercial. Y miren por donde las tornas se han vuelto al revés. Mientras que la que quería ser comercial ha fracasado, la otra, sin pretenderlo lo ha logrado. Porque lo que no cabe duda es que aquí se ha tratado de poner con rigor cinematográfico lo que muchos entendidos han denunciado, tanto en la una como en la otra, de poca exactitud en el tratamiento de la historia.
La película de Ridley Scott tiene una primera parte de gran belleza narrativa, con una trama lineal, en todo lo que supone de búsqueda de conseguir poder hacer el viaje que le llevaría al descubrimiento de un nuevo mundo. Después, una vez allí, tras poner el pie en la orilla, como si de un antiguo astronauta se tratara, se convierte en un puñado de luchas internas, en la que Cristóbal Colón se transforma en un auténtico misionero enviado en busca de la paz ante el choque de dos civilizaciones. El film en ese momento se estanca, se hace farragoso y lento en su discurrir, hasta volver a remontar el vuelo en los metros finales.
Pierde en esos instantes centrales la oportunidad de hacerse reflexivo con el problema de un hombre que carga sobre sus espaldas la responsabilidad de un suceso tan importante para la historia y que a la hora de la verdad se siente solo ante tamaña carga.
El concepto cinematográfico de Scott sigue vigente en su nueva cinta. Hace cine, ante todo y a pesar de todo, buscando la belleza en esa ficción histórica que es la pantalla, sin importarle demasiado la verdad que permancerá oculta porque nadie podrá saber nunca a ciencia cierta lo que allí sucedió. Pero a cambio nos da un bonito poema hecho imágenes.
En conjunto resulta una película un tanto desigual, pero hermosa e interesante, con una banda sonora moderna, que no se ajusta a los cánones de la aventura que tiene por delante, como si de una obra de ciencia ficción se tratara en muchos momentos.
Los actores están todos a gran altura, sobresaliendo el duelo interpretativo entre Gérard Depardie y Armand Assante, pero bien seguidos por el resto del reparto y con una bella fotografía que le da al film una gran belleza formal.
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