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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es una triste pena y da vergüenza que las dos primeras entregas de Torrente, en su día las más taquilleras, fueran las que salvaran la estadística de nuestro cine en cada año respectivo.
Santiago Segura es un tipo muy listo que se dio cuenta de que había desaparecido de nuestro panorama cinematográfico ese género de la comedia de sal gruesa que tanto triunfó en los años sesenta y setenta.
De esa manera creó un tipo con el que el pueblo pudiera identificarse, el de José Luis Torrente, como en su día podía hacerlo con José Luis López Vázquez o Alfredo Landa.
Grosero, facha, del Atletic, machista, misógino, sobornable, soez, vago, escatológico y cuantos adjetivos peyorativos se les quieran añadir.
Y así el pueblo llano, sencillo e inculto, se identifica con él, acostumbrado a la basura televisiva, sobre todo de los programas nocturnos.
No hay otra cosa que darle más de lo mismo que en las anteriores entregas, una serie de secuencias sueltas, con afán de hacer gracia (que a nosotros no nos hizo ninguna) engarzadas con un hilo tan endeble y débil como ponerle a Torrente para proteger a una eurodiputada que llega para cerrar una empresa que contamina el medio ambiente, a la que quieren matar porque se juegan muchos millones.
El grupo de frikis que elige para ello es increíble como las situaciones que se originan, salpicadas con los múltiples cameos de sus amiguetes que se incluyen a lo largo de la proyección.
Hay algunas cosas destacables: lo mejor, los títulos de créditos que parodia a los de James Bond, con la cantante Rosa haciendo de Shirley Bassey o Tina Turner, el doble papel que hace Tony Leblanc, los efectos especiales, los gags del Madrid y del Barça y la música de Roque Baños.
Pero todo esto no consigue levantar la película de ninguna manera.
¡Ah! lo de mal escrita y peor dirigida no lo decimos nosotros, figura en los títulos de crédito, aunque creemos que es cierto y en eso lleva razón Santiago Segura, no todo va a ser malo.
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