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CRITICA
Por: PACO CASADO
Marco, segundo entrenador de un equipo de la liga de baloncesto, de la primera división española, es despedido por un encontronazo con el primer entrenador y tras estrellar su coche contra un vehículo de la policía mientras conducía ebrio, acaba entrenando a un equipo de baloncesto formado por personas mayores con discapacidad al ser condenado a realizar servicios sociales para la comunidad durante un tiempo de tres meses o en su lugar entrar en prisión.
Lo que empieza siendo un trabajo forzado, hecho a desgana, acabará finalmente preparándolos para participar en una competición a nivel nacional, lo que termina ayudándole a salir de su crisis existencial, recuperar las ganas de vivir, aprender a darle importancia a las cosas que realmente la tienen, descubrir el valor de la humildad, de la sencillez y la amistad, superar su miedo a comprometerse al tiempo que recupera a su esposa, de la que estaba separado y vivía en casa de su madre.
La película trata de cómo estos ciudadanos, con discapacidad intelectual se enfrentan a la sociedad sin miedos, ni prejuicios.
Es una comedia con buenas intenciones y muy humana pero al cuarto de hora se sabe lo que va a pasar, ya que su argumento es muy previsible y lo hemos visto muchas veces, pero aún así la sencillez y la sinceridad de sus actores no profesionales, que dicen lo primero que piensan, nos atrapa y nos hacen reír.
La trama es muy similar a la de otros títulos sobre este tema, del clásico entrenador caído en desgracia, alcohólico, etc. que para redimirse ha de cumplir con una tarea social.
La principal diferencia en este caso es que los jugadores son discapacitados y el film es muy respetuoso, se ríe con ellos, con sus andanzas y ocurrencias, pero nunca de ellos.
Los actores son debutantes, no profesionales, todos padecen alguna discapacidad y aportan con sus improvisaciones algunos de los momentos más jocosos de esta previsible pero divertida historia, que aborda con naturalidad, respeto y empatía, este mundo alegre desprovisto de prejuicios.
Es la típica comedia para sentirse bien, que entretiene, no se hace larga aunque su duración de 124 minutos es excesiva, pero no se nota en ningún momento.
No cabe duda de que Javier Fesser es un director singular, imaginativo, que no se prodiga, pero no hace productos que se asemejen a los de los demás y sobre todo que siempre arriesga en los temas que quiere filmar, no hay más que revisar sus títulos,'El milagro de P. Tinto' (1998), 'La gran aventura de Mortadelo y Filemón' (2003), 'Camino' (2008), 'Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo' (2014) y ahora afronta su quinto largometraje y como dice el lenguaje taurino "no hay quinto malo".
Con 'Campeones' (2018), hace su trabajo más especial y con menos efectos especiales, que se apoya en la historia de David Marqués titulada 'Rey de Babi'a, que se basa a su vez en las experiencias del club Anderes, de Burjassot (Valencia), con el que firma también el guion de esta cinta de capacidades más que de discapacitados, en la que la mayor discapacidad es el miedo, como le ocurre a uno de los componentes del equipo con la ducha, o al propio entrenador a comprometerse, al tiempo que muestra un mundo muy desconocido para los espectadores en general, pero lo hace con humor, con una trama sencilla y divertida en la que apuesta por la sinceridad, la naturalidad y la ternura, sin buscar en ningún momento la lágrima fácil sino producida por la risa, sin sensiblerías.
Por su parte Javier Gutiérrez, que está muy bien, corre el riesgo de ser comido por la interpretación natural de los que tiene enfrente, que logran emocionar a través de la risa e incluso llegan a dar lecciones de vida.
Ni el mejor actor del mundo podría expresar la autenticidad que ellos transmiten que es lo mejor que hay en la imperfección y nos ayudan a descubrir las nuestras.
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