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CRITICA
Por: PACO CASADO
El amor es el motor de esta película que también añade ecología, yihad y espionaje en un entorno que va de la belleza de los fondos submarinos al horror de las torturas.
Un drama romántico del director de títulos como 'El hombre de Chinatown' (1982) o 'París Texas' (1984), con el que se inauguró el pasado Festival de cine de San Sebastián.
El veterano alemán de 72 años Wim Wenders comenzó teniendo una carrera realmente interesante, pero en los últimos títulos que nos ha ofrecido ha bajado bastante el nivel artístico de sus producciones.
Aquí adapta la novela de espías del escritor inglés Jonathan M. Ledgard porque le pareció interesante el tema que trataba a pesar de lo complicado que era adaptarla en un film.
Para ello cuenta con la ganadora del Oscar la actriz sueca Alicia Vikander y el escocés James McAvoy a los que reunió en esta ocasión para tratar del amor y la separación.
Ellos son de lo mejor que podemos ver en esta historia, ya que lo importante de esta cinta es la relación entre ambos, la pena es que sean utilizado para un guion tan endeble, con una adaptación mal desarrollada, confusa y ridícula.
Danielle Flinders es una oceanógrafa y biomatemática que trabaja en un proyecto de inmersiones a grandes profundidades submarinas, para respaldar su teoría sobre el origen de la vida, y James More es un ingeniero hidráulico especializado en instalaciones de agua y presunto espía británico del MI6, que está involucrado en una misión en Somalia para descubrir a una serie de terroristas suicidas que se están introduciendo en Europa.
Ambos se conocen casualmente y se enamoran en un lujoso y apartado hotel de la costa francesa de Normandía y tras unos días felices ella se incorpora a un grupo que investiga la vida submarina, mientras él comienza una arriesgada misión para combatir el terrorismo yihadista en Somalia.
Los dos son unos idealistas que luchan por cambiar el mundo, pero en él sorprende, ya que hace las cosas porque las siente, ya que nadie le obliga a ello y con la incertidumbre de si se volverán a ver.
El director se encuentra desbordado por una trama que intenta mezclar temas como el amor, la pasión, el yihadismo, la ciencia y la política para salvar al mundo, que a duras penas logra ensamblarlos sin conseguirlo finalmente.
La alambicada puesta en imágenes resta credibilidad a la historia y la hace aburrida, a base de tanto flash back y tramas paralelas de los destinos de cada uno de ellos.
Wim Wenders y el ritmo son dos cosas contrapuestas, que no acaban de cazar en ningún momento, ya que conforme avanza, éste decae y aburre, tan sólo mantiene algo el interés saber cómo acabarán.
Cuando ambos están juntos el argumento se estanca, la acción no avanza, se hace reiterativa y cuando se separan y cada uno se dedica a su misión, tampoco lo hace, ella con su tema científico ilusionada con la inmersión a pesar del riesgo que conlleva, y él atrapado por los terroristas es encarcelado y torturado y también está inactivo, sólo le mantiene vivo pensar en Danny.
Finalmente para desilusión del espectador las dos vertientes de la trama no se acaban de cerrar, dejando el final en el aire.
Destacan las tomas submarinas de la fotografía, la banda sonora compuesta por Fernando Velázquez y el trabajo de los dos protagonistas, pero poco más.
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