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CRITICA
Por: PACO CASADO
Siempre hemos entendido el cine como un puente entre lo que nos dice el autor de una película y el espectador que es el receptor de ese mensaje, aunque la palabra esté muy gastada, pero si esa comunicación no se produce, el resultado es inane y el esfuerzo y el gasto resultan inútiles.
Eso es lo que ocurre con 'Manifiesto' (2016), que es un cúmulo de discursos políticos, económicos, filosóficos, artísticos, culturales expuesto a través del recitado de Cate Blanchett que difícilmente es asimilable por el espectador por lo etéreo de los mismos que no se llegan a captar y que por supuesto nada tienen que ver con las caprichosas imágenes que se proyectan de fondo.
Hay ocasiones que los textos son poéticos y resultan interesantes, pero en ningún momento se nos dice quien es el autor de los mismos.
El guion no tiene un argumento determinado, es como un documental, que va de un lado para otro sin mucho sentido, son escenas sueltas que se suceden sin solución de continuidad, lo único que las une es la presencia de Cate Blanchett que hace lo que puede, muy puesta en cada uno de los papeles que se le ha asignado.
Está realizado con una cámara que camina de forma lenta, unas veces con trávellings de acercamiento o alejamiento, otras en suaves panorámicas y otras abusa de los planos cenitales.
Es un film experimental rodado en doce días y siempre hemos dicho que los experimentos mejor hacerlos con gaseosa y no hacer sufrir al espectador con algo que personalmente no podemos admitir como una película, esta versión fílmica de una instalación interactiva exhibida en Nueva York.
Está protagonizada por Cate Blanchett que hace una docena de personajes distintos y de lo más variopinto, recitando trozos de manifiestos, tanto positivos como negativos, de grupos artísticos de diferentes épocas y otros tantos autores futuristas, situacionistas, dadaistas, suprematistas y artistas del Dogma 95, que cuestionan el papel del artista en la sociedad actual, que terminan siendo poco digeribles para el espectador, al tiempo que se hacen reiterativos en un pretencioso ejercicio anti cinematográfico, indigesto y supraintelectual.
Está dirigida y producida por el prestigioso videoartista alemán Julian Rosefeldt, que ya había hecho algunos cortos y un largo antes, lo que se nota en las imágenes y el montaje, que poco tiene que ver con una cinta al uso, ya que es más bien una invitación a reflexionar sobre la historia del arte contemporáneo y algunas otras cuestiones de la vida.
No es para todos los públicos sino para los interesados en esas materias, que mejor les resultaría leer los manifiestos, si se está interesado en ellos, que perder el tiempo en una sala de cine en la que no se va a enterar de lo que dicen.
Mejor maquillaje y vestuario en los premios del cine alemán.
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