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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una de las primeras cosas que hay que admirar en esta película, es que a pesar de llevar la serie 17 capítulos aún continúe funcionando, lo que significa que la vieja fórmula, que conserva buena parte de los caracteres originales, ha sabido renovarse progresivamente.
El personaje de James Bond sigue siendo el apuesto caballero inglés, capaz de salir de todos los peligros, dotado como siempre de armamento y tecnología punta, amante de los buenos cócteles y de las mujeres más hermosas, que ha dejado de fumar, y que se ha de enfrentar a un villano que en este caso no pretende dominar el mundo sino que como magnate de los medios de comunicación lucha por conseguir la máxima audiencia de su cadena de televisión y de sus periódicos para lo cual no duda en organizar una guerra entre el Reino Unido y Japón con tal de dar malas noticias.
James Bond consigue desbaratar una operación de intercambio de armas atómicas durante una misión en el paso de Khyber.
Aún así no puede impedir que un terrorista tecnológico escape del lugar con un temporizador atómico y un torpedo nuclear soviético que puede poner en peligro la seguridad mundial.
Al igual que la temática, aunque por supuesto siempre rodeada de peligros y aventuras, se ha renovado adecuadamente la plantilla de actores, desde los secundarios que encarnan a M o Moneypenny hasta el protagonista, que ha encontrado en Pierce Brosnan el mejor Bond posible.
El actor irlandés interpreta por segunda vez al espía británico más famoso del celuloide y Jonathan Pryce es el encargado de interpretar en esta ocasión al enemigo de Bond, mientras que la actriz malaya Michelle Yeoh da vida a la exótica chica Bond en esta ocasión.
Los directores también se han turnado y en este caso se ha hecho cargo el canadiense Roger Spottiswoode, un artesano de films de acción o terror que no ha tenido más que conservar las características de la serie, darle ritmo a las estupendas escenas de acción y mantener la brillantez de la realización en los exóticos escenarios, con espectaculares secuencias como la del coche teledirigido, la submarina o la persecución de los tejados en moto donde llegamos a olvidarnos que no es un escenario real sino un decorado perfectamente construido lleno de realismo, acostumbrados ya a que todo se ruede en parajes naturales.
El rodaje no fue sencillo ya que Vietnam canceló a última hora el permiso para hacerlo en su territorio y eso le obligó a trasladarlo rápidamente a Tailandia.
Los villanos son los que más han cambiado y aquí ha recaído en Jonathan Pryce que no es el psicópata asesino que quiere dominar el mundo sino el loco y ambicioso rey de los mass media que ansía tener más poder del que ya posee.
La fórmula sigue conservando también el clásico tema de sintonía que compusiera John Barry, con los debidos arreglos, y con una canción de entrada que sirve para popularizar y promocionar la cinta, esta vez cantada por Sheryl Crown.
En definitiva una brillante y entretenida película de la serie Bond que no defrauda en absoluto a sus incondicionales.
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