|
CRITICA
Por: PACO CASADO
25 años ha tardado el ex miembro de los Monty Python, Terry Gilliam, en sacar adelante 'El hombre que mató a Don Quijote' (2018) que se centra en los peligros y las virtudes que conlleva el exceso de imaginación.
Se empezó a pensar en ella 1989 cuando Terry Gilliam quería hacerla, aunque no la pudo enmpezar hasta el 2000, pero se interrumpió el rodaje porque tuvo problemas de financiación, meteorológicos, y con los actores, Jean Rochefort que tuvo un problema de columna con una hernia discal y Johnny Depp que abandonó aburrido el proyecto, lo que impidió que se terminara de filmar.
Sobre ello hay un documental que se titula 'Perdidos en La Mancha' (2002) sobre las dos semanas de rodaje, incluso ahora, 18 años después, que ya está hecha y acabada, se presentó en el cierre del Festival de cine de Cannes y el productor portugués quiso impedir la proyección porque decía que violaba los derechos de la obra que tenía él.
Cinta pues maldita donde las haya, desequilibrada, que por fin se terminó el año pasado.
Sobre el Quijote se ha derrochado mucho celuloide de varios países y también ha estado presente en la pequeña pantalla en otras tantas ocasiones, sin ir más lejos la estupenda serie de Manuel Gutiérrez Aragón.
La historia narra el delirante viaje de Toby un director norteamericano de spots publicitarios, bastante cínico y frustrado, que está rodando en España, cuando regresa a un pequeño pueblo donde se tropieza con una versión de un Don Quijote que filmó en su juventud con los habitantes del lugar e intenta saber qué fue de aquellos vecinos y descubre que Javier, el viejo zapatero que escogió para interpretar al genial hidalgo, sigue creyendo que realmente es el mismísimo Don Quijote, que lo confundo con Sancho Panza y se ve envuelto en los estrafalarios delirios y acciones que lleva a cabo éste.
A lo largo de sus aventuras Toby se ve abocado a enfrentarse con las trágicas repercusiones de la pelicula que rodó cuando era un joven idealista que cambió los sueños de los habitantes del pueblo.
Es un cuento de fantasía y aventuras, una versión inspirada libremente en el protagonista literario de la obra cervantina, un tema que le apasiona al cineasta en los límites entre la locura y la cordura del autor de 'El rey pescador' (1991) o '12 monos' (1995).
Es un juego de espejos, una pelicula del cine dentro del cine que trata a los productores de manera despiadada ya que se lo hicieron pasar muy mal a lo largo de su carrera.
No evita los tópicos españoles como el flamenco o las procesiones y no resulta nada creíble.
Está protagonizado por Jonathan Price, que está muy bien en la figura de Don Quijote dentro de su locura.
Tambien hay actores españoles en el reparto, todo en papeles muy secundarios y episódicos. El film arranca bien, tiene cierto ritmo pero va decayendo hasta llegar al final.
Terry Gilliam funcionaba bien dentro del grupo de los Monthy Python o codirigiendo con Terry Jones pero fracasa cuando lo hace en solitario en algunos de los casos, siendo el más claro ejemplo que podríamos citar 'Miedo y asco en Las Vegas' (1998) que es la peor de todas.
Es una horrorosa tomadura de pelo, con un guion como no habíamos visto nunca, más caótico, mal hilbanado, que va de un lado para otro mezclando la actualidad con los pasajes cervantinos, alargado innecesariamente el metraje, donde lo mejor son las localizaciones, muy bien elegidas, y la musica de Roque Baños que es variada e interesante.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIER