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CRITICA
Por: PACO CASADO
En el transcurso de una fiesta de fin de año, Nico, un apocado joven veinteañero, está convencido de poder perder la virginidad durante esa noche.
A lo largo de la misma conoce a una mujer madura llamada Medea que le invita a salir de la fiesta y marcharse con ella a su casa con lo que Nico ve la oportunidad de satisfacer sus deseos sexuales.
Pero las intenciones de la atractiva y pícara mujer no son las que realmente aparenta y la noche no va a discurrir por los caminos que Nico preveía, sino todo lo contrario, con unas consecuencias realmente imprevisibles, convirtiéndose en una auténtica pesadilla de la que será difícil que pueda escapar.
Se trata del debut en el largometraje del director bilbaíno Roberto San Sebastián que tras recorrer diversos festivales de cine especializado en el género del terror, llega a las pantallas comerciales españolas, aunque más bien que no lo hubiera hecho dado los vergonzosos resultados obtenidos desde el punto de vista de su realización, porque en nuestra larga carrera como crítico de cine no habíamos visto nada tan inclasificable ni incalificable como este engrendo hasta ahora, siendo la película más asquerosa que hemos visto en muchísimo tiempo.
Zafia, sucia, pornográfica, guarra, fea, escatológica, gore, mala, sangrienta, inverosímil, sin argumento, con unos diálogos compuestos a base de palabrotas repetidas una y otra vez hasta la saciedad, todo lo que se diga de ella es poco, hasta agotar los adjetivos negativos.
Comienza con la inefable parodia que se hace de Anne Igartiburu y Ramón García en la tradicional cita televisiva de las campanadas de Noche vieja a cargo de Rocío Suárez y el ¿cómico? Ignatius Farray, que no hay por dónde cogerla, que nada tiene que ver con el resto del relato.
Para empezar el pobre Javier Bódalo no es nada agraciado físicamente, que a poco de iniciarse la trama, si así se puede llamar a esta historia, entra en un desordenado escenario lleno de suciedad y cucarachas por doquier del que no sale en toda la proyección, y es larga con narices, 118 minutos, para que se haga lo más reiterativa posible, ya que al parecer la realización no conoce lo que es una elipsis.
Cine independiente español, rodado en 20 días y con 80.000 euros de presupuesto, cutre y casposo, de serie Z.
Hasta la canción tiene una letra repugnante.
A los pobres espectadores no se le ahorra ninguna clase de escenas de fluidos de todo tipo, sangre, semen, vómitos en una orgía sangrienta sin precedentes, que si son capaces de soportar merecerían que les dieran una medalla al valor.
Qué esperan después de todo este catálogo de elogios.
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