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CRITICA
Por: PACO CASADO
El asfixiante relato de la obsesión de una creadora teatral dispuesta a pagar cualquier precio por llevar a la perfección a sus actores llega a los cine en esta producción del director uruguayo Gustavo Hernández que hace con este su segundo largometraje en solitario con un discurso perturbador.
En la película la protagonista somete a los actores a cuatro días de insomnio para darle más realismo a la hora de hacer una única función y los obliga a convivir una semana en el mismo sitio donde va a ser puesta en escena, un hospital psiquiátrico abandonado, lo cual nos parece una idea absurda como lo es la de esta directora de teatro experimental de la pretendida disparatada función, difícil de creer.
El argumento de este film se le ocurrió al director después de pasar 48 horas sin dormir tras un rodaje muy duro.
La historia empieza cuando la directora Alma Böhm quiere poner en pie la mencionada función ideada por una de las pacientes del psiquiátrico, que estuvo a punto de ahogar a su bebe y de incendiar el hospital, veinte años atrás.
Para ello necesita a dos principales protagonistas que busca en los personajes que han de incorporar las jóvenes y prometedoras actrices Bianca y Cecilia, que se someten a esa tortura, a la que deben sobrevivir.
Mientras tanto la primera va escudriñando algunos rincones de la casa donde encuentra algunos de los historiales clínicos de las enfermas que estuvieron internadas en aquel siniestro lugar y que algo tienen que ver con la historia que se pretende contar en la obra que nunca llegamos a conocer de qué va.
La trama transcurre en buena parte de su metraje en ir conociendo el procedimiento de la directora y la investigación que lleva a cabo Bianca, siempre vigilada por el hijo de la directora, que cuida de que no duerman en ningún momento.
Si lo que se pretende es hacer una cinta de terror éste apenas aparece en un par de sustos puntuales, pero nada más.
El guion es bastante irregular, con un prólogo que quiere explicar en qué consiste el experimento y sobre todo en los veinte minutos finales, aproximadamente, se hace un lío que no hay quien entienda lo que está pasando, mezclando realidad, sueño, ficción, pesadilla, en una mezcla ininteligible en busca de un final espectacular.
Pedante y aburrida, alargada innecesariamente y de terror tiene dos momentos.
La andaluza Natalia de Molina, con acento argentino, y la actriz y modelo bonaerense Eva de Dominici están bien.
Los protagonistas de la película no se dormirán pero el espectador estamos seguro de que lo hará viéndola.
Biznaga de plata a mejor fotografía y montaje en el Festival de Málaga.
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