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CRITICA
Por: PACO CASADO
Decía Cecil B. De Mille que una película de acción debe comenzar con un terremoto y seguir de manera ascendente.
Esta secuela de Depredador (1987) no se inicia así pero le falta poco ya que las primeras imágenes son las de un violento tiroteo en las calles de Los Angeles de 1997 entre la policía y un grupo de traficantes de drogas.
Se da por supuesto el conocimiento del film anterior y no se informa sobre los personajes ni el monstruo que aparecía en la selva y buscaba una substancia (tal vez droga) para su supervivencia.
En medio de una guerra de pandillas territoriales en 1997, un sofisticado cazador de alienígenas acecha a los ciudadanos de Los Angeles y el único hombre entre él y su presa es un veterano policía, el teniente Mike Harrigan.
Pero pronto se da cuenta de que lo que parecía una sangrienta disputa de bandas jamaicanas, en realidad es el trabajo de un tercer elemento realmente aterrador.
Aquí el enigmático alienígena igual mata a traficantes que policías, quizás siguiendo el rastro de dicha materia.
Las carnicerías que origina en cada intervención son horrendas. Stephen Hopkins, joven director de origen australiano, proviene de hacer videos-rocks y anuncios comerciales y su mayor crédito es la cinta de terror Pesadilla en Elm Street 5 (1989), siendo éste su tercer largometraje para el cine.
A pesar de ser una secuela de Depredador (1987) es como si se comenzara de nuevo.
Premio a la fotografía de la Australian Cinematographers Society.
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