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CRITICA
Por: PACO CASADO
En 'Ray & Liz' (2018) es un simple fotógrafo, Richard Billingham, quien hace su ópera prima, el que dirige esta historia en la que evoca unas etapas de su pasado en varios episodios de su vida familiar vividos en su estrecha casa con su alcohólico padre Ray, y Liz, su madre, una tatuadísima fumadora compulsiva, de mal carácter, junto a su hermano pequeño Jason.
La historia comienza con Ray despertando en una habitación donde al parecer vive solo, después de haber dejado a Liz, sin motivo conocido, o simplemente porque desea estar así, y lo primero que hace es tomarse un vaso de una bebida casera, que diariamente le sirve su vecino Sid en tres grandes botellas de litro y medio que apura en la jornada, con lo que al parecer permanece todo el día borracho y durmiendo en la cama.
Después conocemos a la oronda Liz, que fuma como un carretero, mientras en el suelo juegan unos niños, Jason y Ric, uno dando martillazos a un juguete y otro con una grabadora.
En un sofá se encuentra Lol, hermano del padre, un personaje grueso, ya mayor, al que le falta una marea y cuando Ray y Liz junto con el mayor de los niños salen de compras, lo dejan al cuidado del pequeño Jason, pero llega Will, un joven matón que lo emborracha y le quita el dinero, mientras pinta al pequeño Jason que ha jugado con la casette grabando todo lo que se ha dicho en ausencia de los padres, que no ha sido nada bueno.
Realizada con 700.000 libras y en formato cuadrado, toda la trama se desarrolla en los estrechos interiores de la vivienda situada en las afueras de Birmingham donde Richard creció, lo que da una sensación de agobio y opresión realmente grande, cosa que igualmente ocurre con los enjaulados animales.
La historia da marcha atrás hasta los años 80 para llegar al punto de inicio de este drama familiar inglés en el que la fotografía se detiene en las moscas que hay en la habitación de Ray que tal vez signifiquen la miseria en la que vivía la clase obrera en la etapa de Margaret Thatcher.
Los tres episodios pertenecen a épocas distintas sin que haya una cronología ordenada entre ellos, con un cierto sentido del humor en algunas ocasiones y con un ritmo un tanto desigual.
En definitiva no es más que una película autobiográfica, de recuerdos de la infancia y del pasado, con una aguda critica a sus padres que no se preocuparon mucho de sus hijos cuando eran pequeños, con los que tenía una relación disfuncional, ya que se dedicaron a las drogas y el alcohol, con los que el espectador no parece que sienta por ellos mucha simpatía debido a sus deplorables conductas.
Para ser una ópera prima se deja ver con algo de interés aunque no llame mucho la atención, ni ofrezca ninguna novedad.
Premio al mejor film en el Festival de Batumi. Premio especial del jurado en Locarno. Mención especial en Montreal.
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