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CRITICA
Por: PACO CASADO
En la República Dominicana, la reciente nueva Ley del cine ha hecho que, de producirse un par de películas al año, gracias al apoyo a la industria cinematográfica, se hagan ahora entre veinte y veinticinco, que además están siendo muy bien aceptadas por el público local, en franca competencia con las importadas y en algunos casos superándolas.
'Miriam miente' (2018) es un drama situado en el seno de una familia de la República Dominicana, de clase burguesa media alta, cuya estabilidad es puesta a prueba por Miriam, una adolescente mulata, de 14 años, que envía mensajes y se chatea con un chico a través de internet, al que no conoce físicamente, que termina haciéndose su novio.
En la víspera de la tradicional fiesta que con gran entusiasmo, amor y tesón le organizan su familia y su amiga Jennifer, con motivo de su próximo 15 cumpleaños, algo que para algunos es un acontecimiento machista, ocultará a sus padres un secreto respecto a su novio al que ha invitado para que asista a ella.
La pareja formada por los cineastas responsables de este film, no sólo en su trabajo, sino también en la vida real, Natalia Cabral, nacida en la República Dominicana, y Oriol Estrada, español de Capadellas (Cataluña), han planteado en sus dos documentales que llevan realizados hasta ahora diversos problemas que aquejan al país caribeño en el que residen, a través de unos dramas minimalistas a efectos de su producción, que condensan reflexiones interesantes.
'Tú y yo' (2014) era sobre una criada de color y su señora, una mujer de mal carácter, de raza blanca, entre las que acababan teniendo un gran entendimiento.
En el otro, 'El sitio de los sitios' (2016), ofrecía un tema candente de actualidad del país, la constante creación de playas artificiales para los turistas que destruía el patrimonio cultural. Ambos ganaron varios premios internacionales.
En cambio el primer largometraje, 'Miriam miente' (2018), trata en su sencillo argumento de un amor de adolescencia y algo más.
Miriam desde hace tiempo viene manteniendo esa relación escrita con Jean-Louis, un chico al que no conoce personalmente ya que su contacto es a través de internet, pero cuando lo hace, la condición de su persona no le importa a ella, pero teme la repercusión que tendrá en su entorno familiar y Miriam se inventa una falsa identidad para su pareja.
Las mentiras que crea causan una gran impresión en su madre, Tere, quien tiene ganas de conocer al chico, pero el tranquilo pequeño mundo burgués comenzará a desmoronarse.
El mismo tema del racismo planteado en los dos documentales, vuelve a ser el de esta historia de ficción, donde aunque los blancos son minoría con respecto a los negros y mulatos, sin embargo los primeros son los que ostentan el poder.
A ello hay que añadirle el clasismo, las familias desestructuradas preocupadas en guardar las apariencias y la intolerancia existente en la sociedad dominicana.
El film muestra la vida cotidiana de Miriam y sus amigas, en la que aparentemente no ocurre nada importante que reseñar, en la que las jóvenes intérpretes se muestran con una gran naturalidad e incluso improvisan algunos de los diálogos en sus conversaciones, lo que le da un mayor realismo, mientras que de fondo transcurre la vida de sus mayores, que también mienten y son más hipócritas que ellas, en una atmósfera muy bien creada.
La historia tiene algo de autobiográfico de la directora cuyo guion parte de una anécdota personal en la que se desliza no sólo una crítica al racismo sino también a la intransigencia y la diferencia de clases, a pesar de que los dominicanos son personas muy abiertas, pero el racismo es algo tabú para ellos.
En cuanto a la realización está muy cuidada, con especial atención a los primeros planos, y con una narrativa muy fluida.
Colón de oro al mejor film y Premio Cima al sonido para Amanda Villavieja en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Mención especial del jurado Ecuménico en el Festival de Karlovy Vary.
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