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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras 'El cuento de los cuentos' (2015), el realizador romano Matteo Garrone regresa al cine con 'Dogman' (2018), película con la que se adentra de nuevo en la violencia que es característica de su cine.
Marcello Fonte encarna al dueño de una modesta peluquería para perros, situada en el extrarradio de una ciudad italiana, en la que se dedica a dar asilo a los canes, llevando una vida gris con su rutina diaria, algo que no es fácil en esos barrios habitados por marginados, por personas a los que no les ha favorecido la suerte, en donde habita la delincuencia, y no es fácil supervivir, tan sólo alterada por el disfrute que experimenta cuando lo visita su hija pequeña a la que adora.
Marcello, que así se llama también el protagonista de esta historia, es un hombre débil, amable y callado, está divorciado pero quiere a su hija Alida.
Marcello mima a los perros que cuida, que son como su familia, juega al fútbol con sus amigos del barrio, pero trapichea con cocaína y sobre todo está sometido bajo la tiranía de Simoncino, un ex-boxeador, drogadicto, salvaje y violento, que dice ser su amigo, un delincuente que le obliga a participar en sus golpes delictivos y al que trata de una manera denigrante, que tiene aterrorizado a todo el barrio, hasta que un día todo estalla.
Debido a esa colaboración delictiva a que se ve obligado y a no querer denunciarlo por miedo, se verá en prisión y a su salida tramará la forma de librarse de esa cruz para siempre, aunque sea de forma inmoral e incorrecta.
Es una historia real, que sucedió en Roma en 1988, en la que Pietro de Negri asesinó a Giancarlo Ricci, de la forma más cruel, que conmocionó a toda Italia, como fue el brutal crimen cometido por el peluquero de perros.
El suceso le ha servido a Matteo Garrone como punto de partida para hablar de la fragilidad humana, de la tiranía del fuerte sobre el débil y de la necesidad de ser apreciado en el medio en el que nos desenvolvemos, todo ello en un ambiente de esa violencia que tan bien maneja este director romano que está en la línea de su reconocido film Gomorra (2008), que ganó la Palma de Oro en Cannes además de numerosos premios.
Garrone comenzó a tener relevancia, al menos en España, a raíz de ese citado título sobre la mafia, que estaba basado en el valiente libro de denuncia de Roberto Saviano, que tanta polémica levantó en el suelo italiano.
Es uno de los pocos directores que ha destacado tras los nombres sagrados del cine italiano nacidos a raíz del neorrealismo, que están en la mente de todos los buenos aficionados, como Vittorio de Sica, Pier Paolo Pasolini, Federico Fellini, Michelángelo Antonioni o el recientemente fallecido Bernardo Bertolucci, entre otros.
Con 'Dogman' (2018) vuelve a tomar impulso y fuerza su cine, una vez más inmerso en la violencia aunque aquí va caminando de manera tranquila y solapada hasta el estallido final, volviendo a trabajar con los guionistas de sus últimas cintas para contar la historia de Marcello y su infierno, sobre el tráfico de droga a pequeña escala doméstica, acosado por Simoncino.
Una vez más se plantea la batalla entre David y Goliat, en este caso la fuerza bruta contra la inteligencia que le hace salir de su bondad para llevar a cabo un acto tan excecrable, pero tal vez tan necesario para quitar basura de este mundo, aunque sea tomándose la justicia por la mano.
Es todo un hallazgo el haber encontrado a un actor como Marcello Fonte para incorporar el personaje de Marcello que con tan solo su presencia ya se reconoce en él su bondad e inocencia.
La dirección de Garrone logra la sórdida atmósfera en la que se desarrolla esta historia, con algún que otro bache de ritmo, aunque no sea la mejor de las películas que ha hecho hasta ahora.
Es la que ha elegido la Academia del cine italiano para competir en los próximos Oscar a la mejor de habla no inglesa.
Mejor actor Marcello Fonte, la Palma canina y el premio ICS, en el Festival de cine de Cannes. 8 Nastros de argento. Premio de la fundación Gabriel Sherover en Jerusalén.
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