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CRITICA
Por: PACO CASADO
La comedia norteamericana parece que está volviendo a dar un nuevo giro tras las groserías ideadas en los últimos tiempos por los hermanos Farrelly y sobre todo por Judd Apatow, lo que significa que va volviendo a su ser que tantos éxitos logró en sus buenos tiempos.
La historia que se nos cuenta en esta comedia familiar es la de un matrimonio de cuarentones compuesto por Pete y Ellie Wagner, que decide experimentar con ser padres, después de bastante tiempo sin querer tener hijos, y exploran el mundo de la adopción temporal, fórmula que desconocíamos que existiera en Norteamérica.
Al parecer es como ir a una tienda a comprar una prenda y si cuando llegas a casa te la pruebas y no te está bien, vas y la descambias.
Por lo visto en eso de la adopción es igual, se toma a un hijo o a varios y si tras un tiempo no encajan en la familia los devuelves, al no haber hecho todavía la documentación definitiva.
Es interesante ese modelo de adopción provisional que existe en Estados Unidos, que no deja de ser curioso y tal vez hasta necesario y conveniente por el bien de los niños que no se adapten a la nueva familia.
Por su parte los padres van a una especie de feria de muestras, donde se exponen y ofrecen los hijos a adoptar y ellos eligen.
Previamente tienen que pasar una especie de cursillo de adaptación o aprendizaje a ser padres.
Sin darse cuenta la pareja se encontrará cuidando a tres niños de origen hispano, algo revoltosos, y con la sensación de que ser padres les viene un poco grande.
Tras conocer a esos tres hermanos, los pequeños Juan (8 años) y Lita (4 años) y la rebelde quinceañera Lizzy, a cuya madre drogadicta que está en prisión les fueron arrebatados, se encuentran inesperadamente con que han pasado de cero a tener tres hijos de la noche a la mañana y deberán aprender los gajes del oficio de la paternidad de la forma más divertida posible con la esperanza de convertirse en una verdadera familia.
La historia está inspirada en hechos reales de la vida del guionista y director Sean Andrew, padre de tres hijos adoptivos, que se basó en su propia experiencia para escribir el guion de esta película, en compañía de su guionista habitual John Morris.
Octavia Spencer y Tig Notaro que incorporan la pareja de cuidadoras, Karen y Sharon, y Margo Martindale, aportaron también sus propias vivencias.
Es una comedia sobre el mundo de la adopción, en el que de repente, la familia pasa de ser dos a cinco al adoptar a esos tres hermanos a la vez, en la que no deja fuera temas delicados como la separación de los padres o hermanos y otras dificultades que afrontan habitualmente los niños en esas circunstancias.
La comicidad de este guion sale de las travesuras de los pequeños, de las reuniones de los grupos de apoyo y de los divertidos diálogos, con un final previsible y sentimental cargado de buenas intenciones.
Junto con la comicidad está el tema de las familias rotas, el drama de los niños que no encuentran un nuevo hogar o que han de separarse de sus madres, el maltrato infantil o la orfandad, sin llegar al extremo.
Es un film familiar de buenos sentimientos, que emociona en algunos momentos, con unos actores que están bien, incluidos los niños, que está bien llevado, que podía haber sido aburrido y resulta divertido, con una pareja que es creíble, con un sentido del humor e ironía muy particular, como igual ocurre con las familias de los dos, así como la pareja de encargadas de la adopción, Tig Notaro y Octavia Spencer, la abuela gorda que hace Margot Martindale o la pequeña intervención de Joan Cusack como la exigente Sra. Howard que desea un hijo que sea deportista y gane trofeos.
Sean Anders que suele hacer cine familiar en cintas más bien mediocres como 'Desmadre de padre' (2012), 'Padres por desigual' (2015) y 'Dos padres por desigual' (2017), tiene ya una cierta experiencia en este tipo de producciones y realiza con ésta la mejor de las suyas, en la que acopla bien a la pareja Mark Wahlberg y la simpática Rose Byrne.
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