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CRITICA
Por: PACO CASADO
El siempre polémico y excesivo Paul Verhoeven vuelve al cine de ciencia-ficción que con tanto éxito y acierto practicó con 'Robocop' (1987) y 'Desafío total' (1990) adaptando la novela ya clásica del género que Robert Anson Heinlein escribió en 1959.
La acción se desarrolla en el año 2.300 en donde la democracia no existe y en su lugar domina el mundo una sociedad de tipo militarista en la que el Gobierno trata de captar a los jóvenes para sus ejércitos con constantes mensajes de alistamiento lanzados por tv. internet o método similares, para luchar contra el ejército invasor, proveniente de otro planeta, constituido por enormes insectos alienígenas semejantes a hormigas o arañas gigantes que quieren destruirnos.
En su adaptación ha vuelto a colaborar su guionista de aquellas dos películas del género, Ed Neumeier, para hacer esta sátira bélica en la que copia los esquemas de los films de guerra que se hacían en los años cuarenta y cincuenta, en los que los jóvenes, llevados de un espíritu castrense y patriotero, se alistaban en el ejército para defender a su país en las guerras contra los japoneses o los alemanes, aquí sustituidos por los mortíferos bichos.
La cinta está claramente dividida en dos partes, una aburrida primera que consiste en anécdotas tópicas entre estudiantes y en el entrenamiento de los jóvenes soldados y una segunda que comienza con la desaparición de la ciudad de Buenos Aires y la lucha contra el invasor que llega también a cansar al espectador de tanta confrontación con los insectos gigantes en una glorificación de la violencia, exhibición de efectos especiales digitales, en una clara copia de los famosos títulos de serie B de este género. Y por medio una historia de triángulo amoroso.
Buena parte del presupuesto se ha gastado en efectos especiales en detrimento de la nómina de actores para la que se ha elegido a intérpretes juveniles de series televisivas como Melrose Place y Sensación de vivir, que se ajustaban a las características deseadas para encarnar a los protagonistas.
En definitiva, que a pesar del regreso de Verhoeven al género que mejor sabe hacer, esta vez no ha dado plenamente en la diana.
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