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CRITICA
Por: PACO CASADO
Un simple concurso o, tal vez, el más importante de la televisión norteamericana de finales de la década de los años cincuenta, Veintiuno, sirve de base a esta película para poner en entredicho la veracidad de aquellos shows de la pequeña pantalla que tenían enganchada a una masiva audiencia de cincuenta millones de telespectadores que ingenuamente se tragaban lo que los productores de aquellos programas querían.
El joven Charles Van Doren, miembro de una reputada familia de literatos, debanca al judío Herbie Stempel como ganador de un concurso televisivo de preguntas y respuestas y se convierte en un héroe nacional, pero todo es un puro fraude.
A Van Doren le pasan las preguntas y el joven abogado Goodwin intentará poner a la televisión en tela de juicio.
El film está basado en un capítulo del libro Remembering América escrito por Richard N. Goodwin, que se refiere al escándalo real que produjo la corrupción en esa clase de programas a finales de los años 50 y concretamente en el citado Veintiuno, que fue no sólo el más popular de todos, sino el que provocó el mayor escándalo, cuando uno de los concursantes, que se había prestado a dicha manipulación, le tocó el turno de ser sustituido por otro para que continuara subiendo la audiencia y se sintió defraudado.
El caso llegó a oídos de un investigador del Congreso que sacó a relucir todo cuanto había sucedido, conmocionando a la audiencia televisiva y al pueblo americano.
Dicha manipulación no tenía otro objetivo que subir la audiencia, vender la mayor cantidad del producto patrocinador y ganar el máximo de dinero posible.
Pero eso es un delito, un engaño, un fraude, no sólo para el otro concursante, sino para los espectadores, que a partir de ahí les costó más creerse lo que salía en la pequeña pantalla, perdiendo así la inocencia y la fe ciega en lo que le decía un medio de comunicación como la televisión que, a través de los concursos, que eran la estrella de los programas, se había convertido en el número uno.
Robert Redford ha hablado de su cinta como una metáfora de la manipulación a gran escala y del daño que se puede hacer con esa clase de engaño.
Lejos de ser espectacular está planteado con cierta modestia, con actores que no son de relumbrón, pero que están muy bien caracterizados en sus respectivos papeles y mantienen el interés del espectador durante todo su largo metraje, sin que haya curvas ascendentes y el transcurrir sea algo plano, tal vez porque conocemos el desenlace de la historia.
No hay por tanto una acción espectacular, mucho del interés se basa en los diálogos, ni tampoco hay un romance amoroso, ni protagonistas femeninas destacadas, sino que éstas permanecen en un muy discreto segundo plano.
'El dilema' (1994), cuarto título en la filmografía de Robert Redford como director, está en la línea seguida hasta ahora por 'Gente corriente' (1980), 'Un lugar llamado milagro' (1988) o 'El río de la vida' (1992), hace una mezcla de realidad histórica y de cuento moral en la que la televisión queda retratada como un negocio basado en el engaño.
No busca golpes de efecto, ni ritmo vertiginoso, sino que trata de contar la historia de un desencanto con la mayor eficacia posible y lo logra.
Un capítulo importante es el trabajo de los dos principales actores protagonistas, John Turturro encarnando al perdedor Stempel y Ralph Fiennes dando vida al perfecto americano Van Doren, en un interesante mano a mano, no sólo como concursantes, sino también como duelo interpretativo, y Rob Morrow en la piel del joven abogado que intenta desenmascararlo.
A parte destacar como curiosidad las intervenciones de los directores Martin Scorsese y Barry Levinson.
Brillante música de Mark Isham para esta cinta que fue nominada para cuatro Globos de Oro y para cuatro Oscars, mejor película, director, guion adaptado y actor (Paul Scofield). Ganó el Bafta al guion.
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