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CRITICA
Por: PACO CASADO
En 1987 Richard Donner dirigía Arma letal y a juzgar por el éxito obtenido era fácil que pronto se hiciera su segunda parte que, a pesar de ello o tal vez para prepararla mejor, se ha tardado dos años en producirla.
De nuevo los caracteres creados por Shane Black vuelven a tomar vida en los dos personajes protagonistas, Martin Rigg, que supone riesgo, locura y aventuras, mientras que Roger Murthaugh es la sensatez personificada, dos policías que forman pareja.
El primero está un poco loco, sobre todo desde que perdió a su joven esposa.
El segundo es alto, fuerte, casado y es un buen hombre de color.
Ambos forman un dúo insólito, que siempre están discutiendo, pero sin embargo no pueden pasar el uno sin el otro.
Amparándose en su inmunidad diplomática, un embajador realiza operaciones de contrabando.
La confusión que esto provoca en la policía, ocasiona una nueva intervención de nuestros dos héroes.
Un nuevo servicio les pone sobre la pista de una banda de traficantes cuyo jefe se ampara en la inmunidad diplomática como representante de un país africano, pero son retirados del mismo para tomar la custodia de Leo Getz, un testigo del Estado, un pobre contable que tras blanquear 500 millones de dólares se quedó con una pequeña comisión, por lo que es perseguido por la gran organización para la que trabajaba, que quiere matarlo antes de que declare ante el juez y miren por donde ambas organizaciones coinciden.
Antes cuando una película tenía éxito se solía de inmediato producir una serie para la televisión.
Ahora, ante la falta de ideas nuevas, se crean rápidamente secuelas, sobre todo cuando los personajes están bien definidos y dibujados, como ocurre con el caso de esta pareja.
El comienzo del film nos recordó aquello que decía Cecil B. de Mille que "una película tiene que comenzar como un terremoto y seguir en un tono creciente hasta el final".
Justo eso es lo que ocurre aquí con la persecución inicial, a la que suceden incontables aventuras y escenas de acción, como la destrucción de una caravana acribillada a balazos, el derrumbe de una casa al pie de la colina, persecuciones, peleas, bombas, y un largo etc.
Junto a toda esta violencia la cinta tiene también alguna faceta humana, un toque de tono romántico en el enamoramiento de nuevo de Rigg o el aspecto racista que tanto se lleva ahora con la manifestación en contra del aparteid en Sudáfrica.
El espectáculo no falta en ningún momento de esta nueva película de Richard Donner, un director especialista en producciones de acción, ya que ahí están sus éxitos anteriores y por supuesto la primera entrega de esta serie.
A pesar de lo que se suele decir siempre de las segundas partes, creemos que en esta ocasión este episodio se podría considerar como una continuación, sobre todo por el acierto de sus actores principales, con un divertido Mel Gibson y un asustado Danny Glover.
Para apuntalar el éxito, por si la pareja hubiera perdido fuerza, que no es el caso, se le añade la presencia de Joe Pesci en el papel del divertido testigo que se lo pasa muy bien en compañía de sus guardianes, y la presencia, un tanto fugaz, de la rubia Patsy Kensit, la protagonista de 'Principiantes' (1986).
Hay que añadir la inclusión de algunas canciones en su banda sonora que son bastante notables y una música vibrante para subrayar las escenas de acción, lo que hace que se logre un film interesante que mantiene en vilo al espectador.
Nominados al Oscar los efectos especiales. Premio BMI a la música.
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