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CRITICA
Por: PACO CASADO
Dirigida por el británico Jamie Jones, que debuta en el largometraje con esta película, un drama social independiente, que se apoya en un momento crítico de la historia reciente del barrio de Hackey, en el East End de Londres y recoge, con aportes documentales, los disturbios que sacudieron a la capital inglesa en agosto de 2011.
En ese marco, con esas luchas de fondo, se enclava la historia de León, un chico negro de 19 años, que ha dejado los estudios en una casa de acogida de los servicios sociales y regresa a su hogar para vivir y cuidar de Chelsea, su madre alcohólica y drogadicta, que vive con Chris, el novio de ésta, un matón maltratador al que aborrece, ya que le hace la vida imposible al chico en su propia casa.
León trata de adaptarse a la vida de adulto después de que su adolescencia la pasó entrando y saliendo de un hogar de acogida.
Su hogar está roto, desestructurado, y se pasa el tiempo boxeando en el gimnasio del barrio, pero cuando éste cierra, sólo le queda el refugio de los amigos de la calle, que no son de fiar, que suelen ser violentos, con mal vocabulario y siempre pensando en el sexo, como se demuestra al comienzo, reflejándose así la juventud del extrarradio londinense con la que se encuentra.
Un día que acude con ellos a una discoteca, conoce a Twiggy, una rebelde y guapa joven blanca, rubia, aficionada a la fotografía, que vive de okupa en casas abandonadas para escapar de la insensata riqueza de su familia, de la que se enamora a pesar de que ella tiene un novio.
Entre tanto la televisión da la noticia de que Mark Duigan, un delincuente afrocaribeño, ha sido asesinado por disparos de la policía como una forma de venganza, lo que ha provocado los incidentes durante los cuales algunos saquean los comercios.
Mientras los rumores empiezan a circular en las calles, la policía y los manifestante cercan el vecindario.
Por su parte en principio no desea meterse en esas cuestiones pero finalmente tendrá que decidir si unirse a sus amigos y luchar o buscar una nueva vida con Twiggy, pero no será fácil.
Es un film que retrata la situación dramática y social que dieron lugar a los citados violentos disturbios raciales ocurridos en ese año en la capital inglesa.
El debutante Marcus Rutherford da vida a Leon, ese chico de color, marcado por la vida, que intenta ser boxeador, frustrado por su falta de educación y sus sombrías perspectivas, que encuentra refugio y consuelo en ese deporte, pero las decisiones que toma son las menos correctas y la vida le va mal.
El guion parece estar ideado en base a los disturbios en los que se ha encuadrado esta leve y superficial historia, aprovechando los documentales existentes sobre ellos y en otras ocasiones recreando determinadas de esas escenas en las que figuran los protagonistas.
Está realizado con escasos medios, sin muchas pretensiones, aprovechando el material ya existente, con actores poco conocidos o amateurs, con cámara al hombro en muchos momentos para dar la sensación de reportaje periodístico de los acontecimientos que se reflejan, con algunos planos de relleno.
En este largometraje ha sido premiada en el Festival de cine de Tribeca la labor del español Albert Salas como director de fotografía.
Pirámide de bronce en el Festival de El Cairo a mejor director debutante. Premio Camerimage a la fotografía, también premiada en el Festival Nordic. Estuvo nominada al premio Europa Junior en el Festival de cine europeo de Sevilla.
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