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CRITICA
Por: PACO CASADO
Si Chris Columbus acometió los dos primeros capítulos de esta saga infantil, la más vendida de la historia, escrita por la millonaria J. K. Rowling como aventuras infantiles, Alfonso Cuarón con 'Harry Potter y El prisionero de Azkaban' (2004) comenzaba a darle un tono más oscuro que encuentra su continuidad con Mike Newel, el primer director inglés que se encarga de esta larga historia, de 734 páginas, que reduce acertadamente limando algunas tramas secundarias y centrándose en el Torneo de los Tres Magos que es el eje del relato.
Es adornado con un preámbulo con las pesadillas de Harry Potter sobre su pasado y con el torneo de quidditch y un intermedio con el baile de Navidad, para terminar de forma terrorífica con la aparición por fin de Lord Voldemort, la encarnación del mal.
El joven mago en su cuarto curso de magia y hechicería en la Escuela de Hogwarts se verá metido en el lío de tener que competir en el peligroso Torneo de los tres magos cuando él, que tiene 14 años, no cumple la regla de los 17, porque alguien ha metido su nombre en el cáliz de fuego.
De esta forma tendrá que competir con los representantes de la Academia Beauxbaton y el instituto Durmstrang.
El enfrentamiento con un dragón volador, la inmersión en el Lago Negro y el laberinto de setos cambiantes, serán las tres pruebas a superar.
Hay una cuarta, esta menos peligrosa, que es la elección de pareja para asistir al baile de Navidad, que supondrá una prueba añadida, en la que interviene la cuestión hormonal de los protagonistas que van cambiando y haciéndose cada vez más adultos.
Hay entre ellos una cierta rivalidad no ya por la cuestión amorosa sobre Hermione, sino enfrentados por la creencia de una traición, entre Potter y Ron, por cierta confusión que puede llegar a romper su amistad, que añade un punto de dramatismo, tomando conciencia moral y sentido de la responsabilidad, la integración racial y social y el enfrentamiento con la muerte.
Una vez más es de admirar la fantasía que derrocha el relato en la puesta en escena en donde los efectos especiales perfectamente usados adquieren en algunos momentos carácter de protagonistas.
No desmerece la música de Patrick Doyle de la de John Williams que asoma en su tema principal con algunos compases.
Mike Newel hace una puesta en escena llena de ritmo en la que hace que no decaiga en ningún momento el interés con brillantes secuencias y una excelente fotografía.
Bien encajados en sus personajes los jóvenes protagonistas, cada vez más seguros, así como la incorporación de nuevos secundarios en el largo reparto como Brendan Gleeson, Miranda Richardson o Ralph Finnes incorporando Lord Voldemort, aunque irreconocible en su caracterización.
Un film más oscuro que los anteriores y no apropiado para los muy pequeños.
Nominada al Oscar la direccion artística. Premio Bafta al diseño de producción. Premio especial AFI. Premio especial Empire. Premio IFMCA a la música. Premio de los editores de sonido. Premio Berenice a los efectos especiales.
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