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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aquellos espectadores que vieran en su día de pequeños la versión de Disney, esperarán con expectación esta nueva puesta en escena moderna con cierta nostalgia del pasado.
La productora del ratón sigue con su política de pasar a personajes reales aquellas producciones que tanto éxito tuvieron en dibujos animados.
Esta vez le toca a 'Dumbo' (1941), el cuarto largometraje de dibujos animados de Walt Disney, que ganó el Oscar a la mejor música, casi ochenta años después, en la que cuenta la historia de Holt Farrier, un militar viudo que vuelve de la Primera Guerra Mundial, tras haber sido el mejor montando los caballos en un espectáculo ecuestre, y se encuentra que se los han vendido, debido al mal momento que atraviesa el circo.
En su lugar, por darle empleo, le encargan de cuidar a los elefantes, lo que hace con la ayuda de sus hijos, Milly y Joe, entre los que se encuentra un elefante recién nacido cuyas orejas gigantes le hace ser el hazmerreir en el circo de los hermanos Medici que se encuentra en crisis.
Max Medici, el dueño, se decepciona al ver las enormes orejas del pequeño paquidermo, pero cambia de opinión sobre el animal cuando conoce que es capaz de volar, y rápidamente organiza un espectáculo con él, asociándose con el ambicioso V.A. Vandevere y su amante Colette Marchant, pero los niños descubren que en esa alianza se oculta un oscuro secreto.
El nuevo número lleva al circo otra vez a los mejores momentos de prosperidad, lo mismo que ocurrió con el primer 'Dumbo' (1941), que se basaba en el libro de Helen Aberson ilustrado por Harold Pearl, tras fracasar económicamente un año antes 'Fantasía' (1940).
Es una versión bastante diferente del original que duraba 64 minutos mientras que ésta tiene casi dos horas y varias líneas argumentales diferentes.
La primera parte se ambienta en un circo tradicional con animales, la segunda en un gran parque de atracciones que se llama Dreamland con lo que se hace una crítica de éstos, y la tercera se convierte en una película de acción y aventuras.
A diferencia de la cinta animada, aquí los elefantes no hablan y el ratoncito Timoteo es sustituido por los dos niños.
Hay escenas calcadas, por ejemplo en la que bailaban los elefantes, aquí creados con pompas de jabón, una coreografía semejante a las de Busby Berkeley, un mensaje en defensa de los animales que no deben estar en cautividad, defiende el circo tradicional frente a las modernidades y sin animales.
Dumbo es el nombre de ese pequeño elefante, de orejas desproporcionadamente grandes que es humillado y separado de su madre, que les conceden el milagro de poder volar, que ayuda a salvar el circo que está a punto de la quiebra.
En esta adaptación en imagen real del clásico de Walt Disney de igual título, se mezclan actores con elementos de animación al estilo de Alicia en el País de las Maravillas (2016), del propio Tim Burton, que camina por senderos diferentes.
Ehren Kruger, guionista de las tres últimas entregas de 'Transformers', se encarga en este caso de hacer el guion y Tim Burton, experto en personajes marginales como 'Eduardo Manostijeras' (1990) o 'Ed Wood' (1994), se ocupa de la dirección, que apenas si tiene semejanza con el mismo el elefantito volador, ya que la trama es muy diferente.
El film posee el montaje de un gran escenario de cara a ofrecer un gran show con un enorme espectáculo en el que no faltan los momentos dramáticos y las escenas ciertamente grandiosas y espectaculares, pero se echa de menos un poco más de vitalidad, algo más de Tim Burton, pero por otro lado se agradece que no introduzca algunas de sus excentricidades que suele hacer con frecuencia en sus películas.
La historia transcurre de forma lenta, sin grandes altibajos que pongan de vez en cuando algo de más emoción.
La diferencia con la anterior es que aquí hay personas y en la otra no. Es espectacular, un poco alargada, correcta. Era más dura aquella sentimentalmente.
Una vez más, y va más de una docena, la música en los films de Tim Burton la pone Danny Elfman, que recupera su tono habitual.
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