|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Asher es un hombre mayor, antiguo miembro del Mossad, que se ha convertido en un asesino profesional a sueldo, un sicario que trabaja para una mafia judía de Nueva York, que está cansado de la labor que realiza, que en el ocaso de su existencia, vive de manera solitaria una vida tranquila y sin lujo en un austero apartamento en el siempre cambiante barrio de Brooklyn, planteándose abandonar definitivamente la violencia.
A punto de retirarse y dejar la carrera criminal y tal vez que esté en el término de su existencia, un día rompe su promesa y acepta un encargo que le ofrece la oportunidad de redimirse, olvidarse de todos los códigos, tener una última oportunidad para dejar atrás al hombre que ha sido hasta ahora para convertirse en el que alguna vez deseó ser.
Un día encuentra el ascensor averiado al ir a cumplir un trabajo y al tener que subir tantas escaleras termina desvanecido y perdido el conocimiento a la puerta de Sophie, una solitaria y guapa mujer que le atiende, que tiene a su madre con demencia senil, que tras intentar suicidarse se plantea el tema de la eutanasia.
El conocimiento de Sophie le hará a Asher considerar romper la regla de no mezclar el amor con la profesión, quedando el encargo sin realizar.
El veterano cineasta escocés Michael Caton-Jones, un director clásico, correcto, que no se prodiga mucho, con oficio a la hora de contar las historias, que no le hace asco a las producciones de acción, como ya lo demostró en Rob Roy (La pasión de un rebelde (1995), ni a las policíacas como 'The Jackal (Chacal)' (1997) o 'Instinto básico 2. Adicción al riesgo' (2006), con las que se creó una fama de seguro artesano, dirige esta honesta película, bien rodada, un drama con suspense, con una atmósfera crepuscular de ritmo lento.
Está producida e interpretada por el conocido actor Ron Perlman, que da una lección de carisma incorporando a este sicario de buen corazón, en cuyo estupendo reparto llama la atención la presencia de la actriz madrileña Marta Milans a la que acabamos de ver también en 'Shazam!' (2019).
Junto a ella figuran veteranos como Richard Dreyfuss o la casi olvidada Jacqueline Bisset, que hacía bastante tiempo que no veíamos en una pantalla, que otorga un cierto encanto.
Es un thriller crepuscular de un asesino profesional, que trabaja para una mafia judía, que se encuentra en los momentos finales de su profesión, al que le encargan un último trabajo en el que casualmente conoce a esa mujer de la cual se enamora y a partir de ahí las cosas se le complican grandemente.
El film tiene un guion del debutante Jay Zaretsky con un arranque emocionante tras lo cual progresa francamente bien con una historia en la que priman más los hechos que las palabras y éstos tienen su interés a lo largo de la trama con los diversos asesinatos que se producen a través de la misma.
Es un oscuro thriller al estilo de los de antes, de la época clásica, en el que no hay escenas espectaculares, ni vertiginosas persecuciones, ni efectos especiales, solamente una historia bien construida.
Hace ver que los asesinos también son personas, que son capaces de enamorarse y pueden tener una vida diferente.
Ron Perlman encaja muy bien en este personaje tranquilo, estático, que también tiene sus problemas personales, que desprende un cierto carisma humano.
Distraída, interesante, una historia que reflexiona sobre la culpa de un asesino, que en el fondo tiene su corazoncito, que busca una posible redención.
Es de las cintas más correctas y completas que recordamos de este director, que tuvo su estreno mundial en la sección Orbita del Festival de Sitges donde el actor recibió el premio honorífico Máquina del tiempo a toda su carrera.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
PREMIERE