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CRITICA
Por: PACO CASADO
Los organizadores de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla han tenido este año la deferencia de contar también con el cine, aunque dicho sea de paso y en su defensa, no siempre hay como en estos momentos una cinta que trate sobre el tema.
Este año sin embargo nos hemos juntado con dos, Gitano (2000), ya estrenada, y 'Vengo' (2000), de la que se hace su pre-estreno mundial en Sevilla, después de tener el honor de haber sido elegida para cerrar el certamen de la pasada Mostra de cine de Venecia, que concluyó hace unos días.
No sabemos si a los organizadores le dieron a elegir, pero de ser así han tenido suerte al conseguir la menos mala, y más apropiada para la Bienal de flamenco, por aquello de estar plagada de cantes.
De los resultados de Gitano (2000) ya hemos tenido eco en toda la prensa nacional.
'Vengo' (2000) es más que una película con argumento, un documental sobre el cante y la música arábigoandaluza, que no nos acabamos de explicar por qué se ha introducido en este mismo saco, a no ser por aquello del flamenco-fusión, de lo que no entendemos mucho, o por aquello de las tres culturas, que si añadimos la gitana son cuatro.
El film arranca a palo seco, sin más justificación con una estupenda intervención de Tomatito a la guitarra, seguido del cante y el baile árabe en lo que parece una especie de boda, sin que se nos hayan presentado ni siquiera a los protagonistas.
Poco a poco, conforme avanza la proyección, podemos ir descifrando el galimatías argumental, al no darnos ninguna referencia previa, de las relaciones entre los personajes.
Caco es un patriarca gitano, que ahoga sus penas en juergas y alcohol, ya que está atormentado por la muerte de su hija Pepa (no sabemos de qué forma, ni por qué, ni aparece tampoco lo sabe su mujer) le ha sumido en un tremendo estado depresivo que le hace visitar constantemente la tumba en la compañía de su familia, especialmente, Diego, un hijo de su hermano, que padece una minusvalía física y mental debido a una parálisis cerebral, con el que ha tenido que quedarse ya que su padre ha huido por haber dado muerte a un miembro de la familia de los Caravaca, uno de los más importantes clanes de la zona, por lo que éstos claman venganza y buscan la menor oportunidad para el enfrentamiento y limpiar su honor con sangre, con las navajas en la mano.
Conociendo la trayectoria filmográfica de Tony Gatlif, director franco-argelino, del que conocemos Corre, gitano (1982) y El extranjero loco (1998), no esperábamos mucho de esta cinta, duodécima de una filmografía, presidida por el interés acerca de la raza gitana, al menos en los títulos que le conocemos, cosa muy elogiable, pero que hasta ahora le hace un flaco favor.
No nos extrañaría que cuando se estrene comercialmente el próximo día 6 de octubre, vuelva a surgir la protesta por parte de la asociación romaní, ya que se nos da de nuevo una visión del gitano inmiscuido en la prostitución, bares de alterne y con la navaja en la mano, siempre dispuesto a la bronca, la muerte y la venganza, como forma de dilucidar los problemas.
Lo que nos llama la atención es que tras doce películas Gatlif cometa los mismos errores de bulto en un guion como el presente. Bien es verdad que al parecer lo que ha pretendido hacer es un documental sobre el flamenco, y para ello se ha buscado un leve argumento que le sirva de hilo conductor, pero que está mal tramado y peor expuesto. No comprendemos cómo David Trueba se ha prestado a colaborar en ello.
Protagonizada por el bailarín Antonio Canales, que es un personaje más en esta historia, es mucho más actor que Joaquín Cortés, por alusiones, y dado que aquí lo que tiene es un papel dramático y no baila, salva su cometido.
Aparecen también nombres como los de Tomatito, La Paquera de Jerez, Sheikh Ahmand al Tuni que enriquecen la banda sonora.
Sin duda es destacada la interpretación de Oreste Villasan Rodríguez, el joven disminuido físico, que da vida a Diego, así como el trabajo de Antonio Dechent, único actor profesional que hay en este film.
Otro cantar, y nunca mejor dicho, es una ágil cámara que suele introducirse bien en las juergas y deambular entre bailaores, cantaores y guitarristas, que nos parecen de buena calidad, aunque no seamos expertos, en lo que constituye para nosotros una atractiva banda sonora, de ahí lo de a propósito para la Bienal.
César a la mejor música. Premio especial del jurado en el Festival de Estambul.
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