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CRITICA.
Por: PACO CASADO
Hay tres factores que de alguna forma justifican este película. El primero es que Una terapia peligrosa (1999) costó 30 millones de dólares y produjo en taquilla 110.
La segunda es que tras probar Robert de Niro un papel de comedia como el que tenía allí le tomó gusto y después hizo Los padres de ella (2000).
La tercera es que ha cobrado 20 millones por esta segunda parte, más del doble que en la primera, y por ello insiste en el género con esta secuela, que le permitirá ganar dinero para que su productora Tribeca siga dando oportunidades a jóvenes valores que empiezan.
'Una terapia peligrosa' (1999) tenía diálogos ingeniosos, situaciones cómicas divertidas, parodias de algunos films del género negro y sobre todo dos actores en unos personajes a los que se les habían cambiado sus papeles: el duro de Robert de Niro hacía de gángster llorón y el cómico Billy Crystal era un serio psiquiatra, y eso aumentaba su comicidad.
Aquí ya no hay el factor sorpresa con los personajes, aunque nos salga De Niro cantando temas de West Side Story (1961) y demuestre, una vez más, que es un pedazo de actor, o que el serio psiquiatra de Billy Crystal termine, como en la primera, metido en un lío.
Paul Vitti sale de la cárcel y queda bajo la custodia del Dr. Ben Sobel que le somete a reinserción en diversos oficios (impagable vendedor de coches o de asesor de una serie sobre la mafia), que usa de tapadera para volver a las andadas.
El guion utiliza el mismo o parecido esquema, pero menos divertido.
La dirección es de oficio pero los dos actores salvan una floja historia, falta de la inteligencia de la anterior, con algunos gags, diálogos aislados o situaciones divertidas salpicadas a lo largo del metraje, pero poco más.
Premiada en The Stinkers Bad Movie.
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