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CRITICA
Por: PACO CASADO
En la cinematografía americana siempre ha predominado el género de acción, aunque de vez en cuando, por influencias del cine europeo, de la novela, y de otros factores, se mete en problemas de corte más internos.
De tarde en vez, sin embargo, reaparece la acción, como ocurre en esta cinta de Raoul Walsh, 'La esclava libre' (1957).
La privilegiada joven Amantha Starr es la hija de un rico terrateniente de Kentucky que se ha caracterizado en el trato de benevolencia para con los esclavos negros.
Su padre, que se ha quedado viudo, la envía a las mejores escuelas para su educación como una auténtica señorita.
En vísperas de la Guerra civil norteamericana, tiene que interrumpir sus estudios y regresar a la plantación de la familia.
Su padre ha muerto en la ruina, la herencia no será nada beneficiosa para ella y su mundo se destruye cuando se descubre que su madre era en realidad una esclava de raza negra.
Esta película de un Raoul Walsh en buena forma narrativa supo captar el espíritu de la época en este drama para el que contó con un notable reparto en el que Clark Gable al frente del mismo, interpreta a un personaje con ciertas reminiscencias de su inmortal Rhett Butler de Lo que el viento se llevó (1939), el film dirigido por Victor Fleming.
Por su parte la guapa Yvonne de Carlo incorpora al personajes de la joven de buena familia que se ve convertida en la esclava a la que hace alusión el título español porque el original es muy diferente Band of Angels.
No hay que confundir acción con peleas, batallas o cabalgadas. Lo importante de la acción es que marca la manera de actuar de los personajes, sin detenerse en las situaciones: busca la relación de los distintos movimientos vitales y fluye como un río, sin detenerse en remansos, ni encrucijadas.
Pese a sus defectos esporádicos, en los que se saca poco partido de algunas situaciones, y de una cierta concesión al melodrama, la película constituye una obra estimable, que se ve con placer, si el espectador no es demasiado exigente.
Tiene, además, una médula intencionada, aunque no se dirija al blanco en rígida posición de ataque, sino con una superior ironía, de buen gusto además.
Lo mejor del film está entre la buena música de Max Steiner y la labor interpretativa de Sidney Poitier que brilla en el papel del esclavo educado.
Yvonne de Carlo se muestra más endeble que otras veces, no obstante está preciosa en el personaje de la joven de buena familia que se ve convertida en esclava.
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