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CRITICA
Por: PACO CASADO
A lo largo de la historia del cine se han podido ver muchos dramas y también historias románticas y a veces ambas cosas se conjugan en un mismo argumento.
Ahí está como más famoso ejemplo Love Story (1970), de Arthur Hiller, con Ryan O'Neal y Ali MacGraw, que marcó una época que muchos siguieron al ponerse de moda estos relatos basados en novelas famosas como la de Erich Segal, en este caso.
También se podría cita otro título en Antes del amanecer (1995), de Richard Linklater, sin afán de comparar.
En la cartelera actual nos encontramos con una película que utiliza esa misma fórmula, pero cambiando algunos elementos.
En esta ocasión es la historia de Natasha Kingsley, una guapa chica jamaicana de color, cuya familia está amenazada de expulsión del país en el plazo de pocas horas.
Vive en Nueva York es realista y no cree en el destino.
Cuando ella va a gestionar la posibilidad de que le den una nueva demora, está a punto de ser atropellada, pero Daniel Bae, un atractivo y joven universitario de origen coreano, le salva la vida del posible accidente.
Además de estar agradecida, ambos se quedan prendados el uno del otro en un flechazo a primera vista.
Él, que es un buen hijo y notable estudiante, que le gusta escribir poesías, también va a hacer una prueba para poder entrar en la universidad y estudiar medicina, como desea su padre.
El tiempo que ambos viven juntos, apenas veinticuatro horas, será suficiente para enamorarse y es lo que constituye el argumento de esta romántica historia.
En esta ocasión se ha sustituido la enfermedad de Jenny, en Love Story, por la urgente deportación de Natasha y su familia.
Esta es el encuentro de este romántico universitario y de esta pragmática chica que se enamoran a punto de que ella y su familia sean deportados, con lo que de fondo subyace una crítica a la política de inmigración actual de Donald Trump.
Una lucha contra reloj en la que como en la cinta de referencia también se basa en una novela, la segunda de la escritora Nicola Yoon, publicada en 2017, cuyo argumento está inspirado en su propia historia, ella de origen jamaicano y su esposo coreano norteamericano, aunque ellos no tuvieron problemas migratorios.
En esta clase de films las escenas románticas proliferan hasta hacerse repetitivas, cursis, predecibles, y en ocasiones incluso hartan al espectador que no guste de esta clase de amoríos juveniles, ya que además del fugaz encuentro que se establece entre los dos protagonistas, también se introduce alguna ensoñación de lo que podía ser su vida juntos al formar una familia y tener hijos, incluso.
El posible interés, además de saber si quedarán juntos está en saber si ella será finalmente deportada y si él entrará en la universidad y será médico a lo que se le pone un leve suspense.
Una historia como esta es propia de estar dirigida por una mujer, como en efecto así sucede con la neoyorquina Ry Russo-Young, que a pesar de su juventud ya ha hecho cinco películas con ésta a la que le da el tono romántico necesario sin pretensiones.
Charles Melton y Yara Shahidi encajan bien en sus personajes.
Film para adolescentes románticas.
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