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CRITICA
Por: PACO CASADO
Confieso que desde que nació al comienzo de los años 60 la llamada Escuela de Barcelona, en la que surgieron algunos directores que hicieron producciones bastante minoritarias, con planteamientos ideológicos y estéticos diferentes, de un cine experimental y vanguardista que pretendía renovar el cine, con argumentos a veces absurdos, sin sentido, surrealistas y así surgieron títulos como 'Fata Morgana', 'Ditiranbo', 'Nocturno 29', 'Liberxina 90', etc., no habíamos visto nada igual a esta película.
Sócrates el Bello y Copi, abreviatura de Copiloto, son un conductor y un piloto de carreras que se pierden por una carretera y encuentran a una chica haciendo autostop.
Tras cogerla les lleva a una especie de comuna o Centro de tecnificación de belleza, un lugar donde se busca perfeccionar el físico, regido por Él, un ex diseñador que ha tratado de aislarse de la sociedad, una especie de líder, homosexual, donde vive un grupo de guapas chicas, en una finca situada en un enclave realmente paradisíaco, espectacular.
A partir de ahí todo es un absurdo total, un algo sin sentido, divido en seis capítulos cuyos enunciados no tienen el más mínimo significado.
Ambos protagonistas masculinos, Sócrates y Copi, deambulan sin más historia de un lado para otro, sin que nada suceda realmente digno de ser contado, ni que tenga un argumento de una posible ¿historia?.
Por otra parte hay unas intervenciones de una tal Vicepresidenta del gobierno de España, que es prima de Sócrates, que piensa que éste ha sido secuestrado y que está dispuesta a declara una guerra por ese motivo, si no lo devuelven ¿?.
Wonderbrás, Nené, Bombón, Miss, son algunas de las chicas que pasean sus espléndidos cuerpos ligeros de ropa y su belleza por la escena en una exhibición gratuita sin más motivo junto al resto de sus compañeras, una de ellas es Yanet García, la popular presentadora mexicana de El Tiempo, que debuta en el cine.
A lo ancho del metraje se incluyen cuatro canciones, sin otro motivo que llegar a un tiempo standard de exhibición.
En su producción se ha gastado un presupuesto cercano al millón de euros que dudamos que se recupere con su exhibición en los cines.
No acabamos de acertar cómo se pueden escribir unos diálogos tan absurdos y pegarlos en escenas tan surrealistas y sin más sentido.
Hay algunos momentos inspirados en la música pero nada tiene que ver con lo que nos presentan las imágenes.
La dirección y la interpretación, huelga decirlo, no la encontramos por ninguna parte, aunque está firmada por un tal Jordi Arencón, catalán, de Barcelona, autor de doce series de televisión y un corto, que debuta con ésto en la realización de un largometraje, que tal vez sea el último.
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