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CRITICA
Por: PACO CASADO
Suele ocurrir con cierta frecuencia que cuando una película es muy promocionada y se habla en demasía de ella, a unos les decepciona y otros se dejan llevar por lo leído y escuchado y les entusiasma, quizás a cada uno por algo diferente al otro.
Algo de esto ha ocurrido con 'Avatar' (2009).
Tras doce años desde que hizo Titanic (1997), y sin otra actividad que algunos documentales submarinos, James Cameron, que es un perfeccionista, se dedicó por entero a superar el éxito anterior.
La técnica no le acompañó y esperó pacientemente hasta ver los avances conseguidos con la tecnología digital y el stop motion utilizado por Robert Zemeckis que él ha mejorado con la captación de gestos de los rostros de los actores con lo que llama Performance capture.
Para ello construye una historia tópica de aventuras, mezclada con ciencia ficción, que ha confesado se inspiró en el relato 'Call me Joe', de Paul Anderson, y copiado discretamente de films anteriores, ya que en su argumento hay muchos géneros, desde el western a la más romántica historia de amor interracial, aventuras de conquistadores y colonizadores o de otros mundos.
En el año 2154 el petróleo es sustituido en la tierra por un nuevo mineral, el unobtanium, que abunda en el planeta Pandora, una de las lunas de Polifemo en el sistema solar más próximo, Alfa Centauro.
Se encuentra en la tierra de los Na'vi y una empresa manda allí un equipo para conquistarla, expulsar a sus habitantes y obtener el producto.
Para ello se han creado los avatares, clones de las personas, teledirigidos con la mente a través de una cápsula.
Jake Sully, un ex-marine postrado en una silla de ruedas, se presta al experimento y su avatar se enamora de Neyriti, la hija del jefe de los na'vi.
Una vez que llega el amor el dilema está en si cumplir la misión o ponerse del lado de los indígenas, contando con la doctora Grace y enfrentándose al Coronel Quartch y al empresario Parker.
La historia es previsible desde el inicio hasta el consabido final, contada con habilidad, pero con frialdad, sin emoción, ya que su dramaturgia es elemental.
Es el relato de la conquista de unos seres que viven felices en su mundo, un choque de civilizaciones, revestido de ciertas intenciones ecologistas, con algunos matices científicos y religiosos que mantiene el ritmo narrativo.
Lo mejor de la cinta es la técnica empleada que la convierte en la más cara de la historia del cine, con 300 millones de dólares de presupuesto y cuatro años para mezclar las imágenes reales con las digitales que crean ese fabuloso mundo poblado por seres azules.
Cameron experimenta con la técnica y mira también al espectáculo de cara a la taquilla, pero deja de lado el argumento, la percha en la que colgarla.
Se olvida del medio ambiente y el mensaje ecologista cuando llega la batalla final, en la que no hay inconveniente en destruir todo y es ahí donde demuestra que es un buen director de películas de acción.
En cuanto a la técnica se ha mejorado en la humanización de los personajes, en sus expresiones faciales y en sus movimientos, pero no creemos que vaya a revolucionar el cine, como no lo han hecho los renovadores inventos anteriores y sí los genios creadores que en cada momento se han adecuado a los medios que tenían a su disposición y consiguieron obras de arte, que no es éste el caso.
Oscar a la fotografía, efectos visuales y dirección artística. Globo de oro a la dirección. Bafta a Efectos visuales y diseño de producción. 10 premios Saturno de la Academia de Ciencia Ficción. Mejor actor Sam Worthington del Instituto de cine Australiano. Mejor film extranjero de la Academia del cine japonés. Premio del público del Gran premio del cine brasileño. Nastro d'argento al mejor film en 3D. Premio 3-D en Venecia.
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