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CRITICA
Por: PACO CASADO
Álvaro Fernández Armero para su quinto largometraje vuelve a la comedia como ya lo hiciera con Todo es mentira (1994), Brujas (1996), Nada en la nevera (1998).
Esta vez juega con dos parejas, Alberto y Susana de niños ricos y Ernesto y Lea de choicos pobres desgraciados a punto de perder sus respectivos empleos, pero todos son unos buenos amigos.
A Ernesto le diagnostican un cáncer y le dan tres meses de vida y ante esta circunstancia confiesa que su último deseo es hacer el amor con Susana, la novia de su mejor amigo, lo que crea una situación muy especial entre todos, de lástima, compasión, de rivalidad, de furia, de competencia, etc. pero tratarán de hacerle feliz los últimos días de su existencia.
A lo largo de este tiempo se pondrán de manifiesto otras situaciones, las verdades a media, los auténticos deseos de unos y de otros, así como las relaciones de las parejas que tal vez no sean tan perfectas como aparentan y en cambio pongan de relieve otras cosas que estaban ocultas hasta ahora.
El tema da lugar a algunas escenas y diálogos más o menos divertidos, que no siempre se mantienen, al caer en la monotonía en algunos momentos por una falta de ritmo.
Álvaro Fernández Armero va mejorando con respecto a sus películas anteriores y aunque el argumento nos suena a conocido, saca partido, pero no todo el que debiera, con un final que se adivina previsible.
En la interpretación sobresale una vez más Natalia Verbeke sobre los demás.
La cinta entretiene, si no se es muy exigente.
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