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CRITICA
Por: PACO CASADO
El estafador profesional Roy Courtnay apenas cree en su suerte cuando contacta por internet con Betty McLeish, una adinerada mujer que acaba de quedarse viuda hace un año a la que su marido le ha dejado una fortuna de varios millones de libras con la que se cita para conocerse mejor, ya que su objetivo es quedarse con todo su dinero.
Desde el primer momento ambos congenian y ella parece estar entusiasmada con él con el que puede tapar el hueco que le ha dejado su esposo, con el que salir a cenar, al cine o viajar.
Un día Betty le ofrece quedarse en su casa debido a su malestar en una rodilla y a medida que van intimando, Roy se sorprende de que cada vez se preocupa más por ella y a la que cuida día a día, ya que padece, de vez en cuando, pequeños infartos y el médico le ha dicho que no tiene que tener demasiados sobresaltos ni preocupaciones, lo que favorece a sus secretos planes que lleva a cabo con su amigo Vincent.
Ella tiene un nieto Stephen, un joven estudiante universitario, experto en informática, que prepara su tesis sobre el nazismo.
En un encuentro con Vincent, éste le propone unir sus dineros en una inversión en una cuenta común de alto rendimiento y bajo riesgo, cosa que tras algunas dudas ella accede dado el cariño que ha surgido entre ambos.
Pero lo que tenía que ser otra sencilla estafa, una más en su carrera delictiva, se convierte en un arriesgado juego del ratón y el gato que, a la postre, resulta ser realmente muy peligroso.
El guion se basa en la adaptación del popular best seller escrito por Nicholas Searle, publicado en 2017, que hace un análisis de la naturaleza humana y pone de manifiesto el riesgo de las citas a ciega de personas que buscan compañía, al tiempo que se mezcla el drama con algo de thriller psicológico y un poco de suspense, en el que se pueden distinguir varias partes y en la que nada es lo que parece: una primera en la que Roy con varios amigos preparan una estafa a unos inversores de varios miles de libras; una segunda en el conocimiento de Roy y Betty, objetivo de su próxima víctima, y una tercera en la que la trayectoria de la trama da la vuelta como un calcetín y el ratón se come al gato.
Un juego de intrigas donde el suspense y el peligro se mezclan con engaños y crímenes conforman el núcleo de esta película con sorprendentes giros que invita a pensar sobre la relaciones humanas.
Es muy ingenioso el planteamiento, aunque hay algunos momentos que resultan un tanto inverosímiles como por ejemplo lo referente al pasado juvenil de ambos.
El buen hacer del neoyorquino Billy Condon, director de Dioses y monstruos (1998) por la que ganó el Oscar y un gran número de premios, que posiblemente sea su mejor film, Kinsey (2004), Dreamgirls (2006) o La bella y la bestia (2017) nos ofrece en esta ocasión una sofisticada intriga en la que este estafador da con la horma de su zapato al caer rendido a los encantos de una dama.
Dos de los actores ingleses más reconocidos internacionalmente, Ian McKellen y Helen Mirren, se ponen a las órdenes de Condon para interpretar a los protagonistas de una estafa que se tuerce debido a los secretos y las mentiras.
Nominada a mejor actriz Helen Mirren en los Satellite Awards.
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