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CRITICA
Por: PACO CASADO
Se dice que el inglés William Shakespeare es el mejor guionista que ha tenido el cine, pero el escritor francés Alejandro Dumas tampoco le va a la zaga.
Son muchas las adaptaciones que se han hecho para la pantalla de su larga novela El Conde de Montecristo, incluso a veces divididas en dos partes.
Se ha dicho últimamente que hay 19 y en este caso ésta sería la número 20, lo que no arredró a Kevin Reynolds a la hora de hacerse cargo de esta nueva versión.
El director texano, especialista en cine de aventuras, como ya lo demostró en Robin Hood: Príncipe de los ladrones (1991), hace una versión light que sigue el argumento de la novela original, aunque algunos aspectos fueron modificados, como el mayor interés por la psicología del personaje central y la incorporación de numerosas escenas de acción a fin de adaptar la narración a la audiencia actual, pero sin perder el espíritu de la novela, a pesar de que le da un final distinto que no viene a cambiar la esencia del original literario.
Abunda más en definir a los personajes, en cómo se va forjando el carácter de Dantés, o tomando forma su venganza y en cuidar la evolución de los mismos.
Es la historia de una venganza, la que lleva a cabo el joven marinero Edmundo Dantés, un hombre ingenuo, honrado e inocente, que tiene un futuro prometedor al lado de Mercedes, con la mujer con la que planea casarse.
Pero todo cambia cuando su mejor amigo le traiciona inesperadamente y es condenado injustamente a cumplir una pena de prisión en la siniestra mazmorra de la isla del Castillo de If, y durante los 13 años permanece allí encerrado, viviendo una auténtica pesadilla, hasta que por fin logra escapar.
Durante ese tiempo en la cárcel se hará un hombre culto, curtido en la lucha y fuerte, para llevar a cabo su refinado plan contra los que traicionaron su amistad, Mondego y Villefort, repartiendo tan mal la justicia, y de camino recuperar el perdido amor de Mercedes, que encarna la guapa actriz polaca Dagmara Dominczyk.
La idea es que Dios es quien imparte la justicia, que en este caso Dantés se encarga de administrarla adecuadamente.
Y según la frase sagrada "mía es la venganza" que únicamente pertenece a Dios.
Reynolds hace una puesta en escena con buen gusto, elegante, sin descuidar la acción, con brillante fotografía y música que realzan el buen hacer de los actores, muy adecuados a sus respectivos papeles, con un estupendo Richard Harris, entre ellos, que está magnífico en su papel del prisionero anciano, mientras que James Caviezel es el encargado de encarnar al conde.
En definitiva una aceptable, eficaz y amena nueva versión de un relato de todos conocido, algo corta en originalidad, con un guion que tiene lo que los guionistas de ahora no saben encontrar: contenido, pero cumple perfectamente su función.
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