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CRITICA
Por: PACO CASADO
La película independiente Memento (2000), nos descubrió a un interesante director de cine británico, quien seguiría con títulos como Insonnio (2002) y Batman Begins (2005).
Ahora se convierte en prestidigitador cinematográfico para adaptar, en compañía de su hermano Jonathan, el interesante best seller de Christopher Priest, conservando la esencia y el espíritu de la obra, que cuenta la rivalidad de dos jóvenes que tratan de labrarse un futuro como magos, en el Londres de principios del siglo XX, en esta cinta que mezcla drama, suspense y fantasía.
Lo que empieza como una rivalidad amistosa pronto se convertirá en una encarnizada lucha por obtener la fama.
Amigos en un principio y enfrentados finalmente, por conseguir el mejor truco o descubrir el de su rival y obtener así el máximo prestigio, mientras luchan por el amor de una misma mujer.
Robert Angier es de ascendencia rica, sofisticado, se permite el lujo de investigar nuevas técnicas y está casado con Julia McCullough.
Alfred Borden es de origen humilde, rudo pero perfeccionista, y emplea su inteligencia para idear nuevas artes de magia y ambos son amigos.
Tras un trágico accidente en el que muere Julia durante una actuación, Robert culpa a Alfred de su muerte y estos dos magos se convierten en enemigos rivales que participan en una dura batalla para crear la ilusión definitiva mientras sacrifican todo para burlarse mutuamente hasta la destrucción.
Se trata de un oscuro relato lleno de giros argumentales sobre rivalidades, obsesiones y celos
Parece que Hollywood, falto de ideas, tras el avance que supuso Scoop (2006), de Woody Allen, donde ya había un mago y trucos de magia, se interesa por el tema con El ilusionista (2005), de Alfred Borden, y sigue con E'l truco final' (2006).
Posiblemente las comparaciones sean inevitables, pero salvo que se desarrollan en épocas similares, tienen esquemas distintos, aunque en ambas exista la rivalidad entre dos hombres.
La realización lleva el sello inconfundible de Christopher Nolan, en la que una vez más plantea el tema de la obsesión, con una estética oscura como en Batman begins (2005), una ambientación perfecta del Londres victoriano en el que los magos eran las máximas figuras de la sociedad.
En la trama se intercalan tema como la amistad, la ambición, el deseo de triunfo, la rivalidad, el amor y el sentido del espectáculo.
El director se plantea la película como un número de magia, no olvidemos que eso es también el cine y, como se describe al principio, con tres partes esenciales, como una obra escénica, con el comienzo, nudo y desenlace, sorpresa final incluida donde se nos desvela el truco por el que ambos luchan, en una puesta en escena elegante, vigorosa narrativamente y con personalidad, aunque a veces los flash backs confundan un poco al espectador.
Los actores muy bien ambos en sus respectivos papeles, Hugh Jackman y Christian Bale, con un siempre fabuloso Michael Caine y la guinda de Scarlett Johansson.
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