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CRITICA
Por: PACO CASADO
De la cinematografía brasileña conocemos bastantes cosas a través del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, en el que cada año podemos ver unas muestras de su producción y a veces hasta alguna retrospectiva.
'Bela Donna' (1998) no se pasó allí, pero sí la anterior película de su director Fábio Barreto, El cuarteto (O'Quatrilho) (1995) que aunque se distribuyó comercialmente en nuestro país no llegó a las pantallas andaluzas, a pesar de ser un film bastante interesante, que incluso fue nominado al Oscar por su país.
En esta ocasión, para su quinto largometraje, Barreto se basa en la novela de José Lins do Rego titulada Riacho Doce, que estaba queriendo llevar a la pantalla desde hace quince años y en la que nos expone una historia de amor entre dos personas de clases diferentes, una mujer guapa y extranjera que entabla amistad con un guapo nativo.
El relato se inicia en vísperas de estallar la Segunda Guerra Mundial, cuando el matrimonio compuesto por Frank y Donna, llega a Dunas Blancas, en el norte de Brasil en la década de 1930, atraídos por la oportunidad de hacer una fortuna con las excavaciones petrolíferas.
Mientras él trabaja en una empresa que busca petróleo, la esposa, cuya extraordinaria belleza no pasa desapercibida para nadie, se aburre y encuentra en la amistad y el amor que nace con un joven y atractivo pescador que se enamora de ella nada más verla, que se convierte en su mejor pasatiempo, a pesar de que la madre de éste, mujer religiosa y muy dada a prácticas de este tipo, cree que no terminará bien esta relación.
Este romance prohibido puede romper su matrimonio y alterar la moral de la pequeña aldea en la que viven.
La cinta no profundiza en esos amores, ni en todo lo que supondría la incidencia de las múltiples razas y religiones que se mezclan en aquel lugar del mundo y que tanto influyen en el comportamiento de las personas.
Ni tampoco en la corrupción que parece detectarse en la empresa donde trabaja el marido, así como otros temas que son tratados muy de pasada.
A Barreto le interesa más el romance imposible de los dos protagonistas, la tarjeta postal con bellos paisajes y puestas de sol en exóticos parajes, para hacer la película más comercial.
A ello se prestan bien los físicos de la actriz canadiense Natasha Henstridge, una especie de sirena rubia, que se hizo famosa en el mundo del celuloide en Especie mortal (Species) (1995), que es el mayor atractivo de este film y para el pescador que encarna Eduardo Moscovis, mientras que Andrew McCarthy, que es el marido de ella, queda relegado a un segundo término en la historia y un breve papel para la internacional actriz brasileña Florinda Bolkan, que de esta manera aparece en la cinematografía de su país por primera vez.
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