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CRITICA
Por: PACO CASADO
La acción se desarrolla en la década de 1950 en la ciudad de Nueva York, donde Frank Minna, un detective privado, está investigando un asunto de corrupción en la alcaldía, cuando alguien lo asesina y Lionel Essrog, uno de sus empleados de la agencia de detectives que dirigía, que padece del Síndrome de Tourette, decide resolver en solitario y por su cuenta quien o quienes fueron los asesinos de su mejor amigo y mentor, dejando a un lado a sus compañeros de la agencia, Tony, Danny y Gilbert.
El film comienza con Lionel en un coche con su compañero Gilbert tirando de un hilo del jersey, lo que es una metáfora de lo que va ser el desarrollo del mismo.
Lionel, a quien Frank siempre llamaba Brooklyn, va buscando poco a poco algunas pistas, haciéndose pasar por periodista y colándose en reuniones y ruedas de prensa para ir cerrando cada vez más el círculo, que le lleva a conocer a Moses Randolph (seudónimo que esconde el personaje real de Robert Moses) quien el nuevo alcalde le nombra para un par de cargos pero él le hace firmar para ocuparse también de urbanismo y como Comisionado de construcción, para el desmantelamiento de los suburbios, declarando en ruina los edificios y acosando a los inquilinos que no quieren abandonarlos, para construir nuevos puentes, autopistas, parques y jardines.
Es un hombre ambicioso, no le interesa el dinero, sólo quiere tener el poder, aunque algunos opinan que lo que desea es echar a los negros a los que odia, ocultando así su racismo.
En su investigación conoce a Laura Rose, una abogada activista, en el club The King Rooster donde se toca buen jazz cuyo padre es el dueño, que lucha contra el ayuntamiento y el racismo y Lionel piensa que algo tiene que ver en el asunto.
Hacía tiempo que no veíamos una película tan larga y a su vez tan interesante, que se puede enclavar en ese tipo de producciones policíacas a la antigua usanza en la que tras ser cometido un crimen, una sola palabra, Formosa, lleva a Lionel a seguir tirando de los hilos hasta descubrir una gran organización criminal que está implicada en el asunto.
Para ello tiene un guion en el que mezcla el thriller, el drama familiar y el cine de denuncia sobre la corrupción política y los conflictos raciales, que es muy clarificador en el que siguiendo en orden la sucesión de los hechos resulta más fácil de desentrañar la complicada maraña que va destapando la investigación y la implicación de los distintos personajes en el tema, sin trucos de sacarse de la manga al culpable como suele ocurrir hoy en día en muchas ocasiones, sino justificando cada una de las acciones que lleva a cabo el protagonista.
Se cuenta con un estupendo reparto encabezado por el joven Edward Norton que se atribuye el papel principal de un personaje complicado ya que como apuntábamos al principio tiene ese síndrome que le produce espasmos de vez en cuando, pero por otra parte posee la facultad de retener perfectamente cualquier cosa que oye en una conversación o que le interesa recordar.
A su lado se encuentran una joven y guapa actriz de color Gugu Mbatha-Raw a la que vimos recientemente en La bella y la Bestia (2017), Alec Baldwin como el corrupto sin escrúpulos, Bruce Willis en un breve papel y Willem Dafoe entre otros, que interpretan sus personajes con suma corrección.
Pero el artífice de todo esto no es otro que Edward Norton, que además de su difícil papel, es el productor, ha realizado la escritura del guion basándose en la novela de Jonathan Lethem, la más vendida de las suyas, que tiene lugar en 1999, fecha de su publicación y cuando Norton compró los derechos, que la cinta anticipa a 1950, y encargándose además de la dirección, que es la segunda que realiza tras la cámara después de debutar con Más que amigos (2000) por lo que ha tenido tiempo para hacer este nuevo trabajo y a decir verdad lo dirige como un gran veterano.
Tiene una reconstrucción del Nueva York de los años 50 con una estupenda banda sonora con unas piezas de jazz de calidad notable así como la fotografía.
Nominada al Globo de oro la música. Premio Satellite Autor a Edward Norton y dirección de Producción.
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