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CRITICA
Por: PACO CASADO
Los éxitos de Tony Scott se cuentan por película, ahí están títulos como Top Gun. Ídolos del aire (1986), Amor a quemarropa (1993), Superdetective en Hollywood II (1987), Marea roja (1995), Revenge (1990), pero en el aspecto comercial, no como ocurre como con su hermano, Ridley Scott, que lo es también en el aspecto artístico.
Tal vez por ello recurren a él los productores a la hora de llevar a cabo un film como éste que tiene antecedentes reales en los que se inspiró el novelista Peter Abrahams, como fue el atentado contra Mónica Selles, que le ganaba una y otra vez a Steffi Graff.
Así concibe la idea de un admirador Gil Renard, un fan incondicional del equipo de béisbol de San Francisco y de Bobby Rayburn, un jugador que regresa al equipo tras haber estado jugando en otro, que decide quitarlo de enmedio.
La admiración de Renard por Rayburn pronto se convierte en obsesión, sobre todo cuando el jugador es acusado de tener bajo rendimiento en los primeros partidos que disputa.
Molesto por estos comentarios, Renard decide matar al máximo rival de su idolatrado jugador en el equipo.
En este caso es ese fanático del béisbol que trata de allanar el camino a su ídolo, que ha fichado por 40 millones de dólares por el equipo de su ciudad, y está fracasando estrepitosamente, mientras un compañero se lleva toda la gloria.
Al eliminar a éste su ídolo vuelve a estar en el pedestal.
Pero aquí se produce el meollo de la cuestión.
El fanático admirador cree que su ídolo debe estarle agradecido por haberle ayudado a conseguir de nuevo el triunfo, pero no ocurre así.
El guion de Phoel Sutton adapta la novela homónima de Peter Abrahams como base para esta cinta sobre la persecución y la intimidación que sufren los personajes famosos por parte de algunos neuróticos admiradores.
El objetivo del director es analizar el fenómeno de las personas que buscan su momento de gloria en la televisión que Andy Warhol definió con la expresión "todo el mundo tiene 15 minutos de fama".
Tony Scott comienza mostrándonos las dos caras del personaje, la amable y la patética, pero se ha quedado con lo superficial de esta historia, en lo que es la pura acción antes apuntada brevemente y no ha profundizado en la psicopatía del personaje central y los motivos que le llevan hasta cometer un acto criminal como éste.
Se convierte así la película en un psico-thriller, con un esquemático guion que alarga las secuencias para de esta manera aumentar el suspense, subrayando musicalmente las escenas de más tensión con una atronadora música de Hans Zimmer.
Para Robert de Niro hacer una vez más el papel de psicópata no le es difícil, ya que lo tiene ensayado de anteriores trabajos en Taxi Driver (1976) o El cabo del miedo (1991), por citar tan sólo los dos más famosos, mientras que Wesley Snipes le presta adecuada réplica en el papel del deportista o Ellen Barkin adorna con su presencia el film encarnando a una agresiva periodista deportiva de una emisora de radio.
Un largometraje que conjuga así deporte y suspense para los amantes de ambos géneros.
Premio Blockbuster a Ellen Barkin.
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