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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cualquiera de las característica del género de cine carcelario es aplicable a esta película, que comienza igual que La leyenda del indomable (1967), también dirigida por Stuart Rosenberg, en la que ya había tocado el tema de la vida en una prisión, reincide en este caso con Brubaker (1980).
A la cárcel de Wakerfield llega un nuevo interno con una curiosidad especial por todo lo que allí sucede: la comida podrida que le sirven, el sádico comportamiento de los oficiales, la desaparición de algún preso.
En un momento especialmente crítico se da conocer como Henry Brubaker, el nuevo director de la prisión.
Utilizando todo lo que ha visto, intentará cambiar lo que funciona mal en la institución, pero pronto se tropezará como la corrupción de los guardianes y los privilegios despóticos de los presos de confianza.
Una vez que ha transcurrido la primera media hora da un giro y se transforma en una crónica de los intentos de reforma del nuevo alcaide de esta cárcel norteamericana, Henry Brubaker, que se hace pasar por preso para conocer desde dentro las condiciones deplorables y los entresijos de la prisión de la ciudad de Arkansas de la que ha sido nombrado director, para limpiarla de la corrupción y de las estafas que los guardias y los funcionarios están llevando a cabo.
Cuando comienza a hacer reformas para detener la corrupción, la comunidad empresarial local, que se ha beneficiado de las estafas, contraataca y el corrupto sistema penitenciario comienza a causar problemas políticos al nuevo alcaide.
A partir de ahí aumenta el interés, haciendo ver lo inútil de la buena voluntad individual si las autoridades y los propios funcionarios boicotean las ansias de justicia y de honradez de un solo hombre, con el apoyo de los internos que ven que actúa en su defensa y para mejorar sus condiciones de vida de los allí encerrados.
Tiene un honrado final, aunque no falta el rótulo que deja en buen lugar a la justicia norteamericana.
Se trata de un drama de denuncia, sin concesiones al sórdido funcionamiento del sistema penitenciario estadounidense y el trato inhumano que reciben los presos en muchas de sus prisiones, sin que a nadie le importe lo que allí ocurre.
Fue tal vez esa misma falta de interés la que impidió que en norteamérica esta película no fuera lo bien que debiera, a pesar de su notable calidad fílmica y a su espléndido elenco de actores secundarios con Robert Redford a la cabeza de un gran reparto.
Premio de los editores de sonido norteamericanos. Nominada al Oscar al mejor guion original.
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