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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine policiaco nos ha ofrecido últimamente algunas muestras que se apartan un poco de los thriller actuales de mucha acción, poco contenido y aventuras inverosímiles.
Parece que se vuelve la vista atrás, al cine de atracos a la antigua usanza, aunque utilizando técnicas modernas como la informática, las cuentas bancarias por ordenador, lo que hace que no salgan como antes los atracadores con la saca en la mano llena de dinero.
Esta película ha coincidido en la cartelera con otra con la que tiene ciertas semejanzas, Plan oculto (2006), ya que trata también de un grupo de cinco personas encapuchada que entran en un banco en Seattle, toman una serie de rehenes y salen camuflados entre ellos.
Al final no falta dinero, ni nada de las cajas de seguridad del banco... pero ha habido un robo millonario.
Aquí el atracador, que se hace llamar Lorenz, que está al mando del grupo, pide como condición un negociador, pero que sea el detective Quentin Conners, que ha sido retirado del servicio recientemente a causa de la muerte de un rehén en un robo anterior, a quien le ponen de compañero a Dekker, un jovencito y honesto detective, recién salido de la Academia, hijo de un héroe del cuerpo, con más teoría que práctica, que será quien finalmente se tenga que hacer cargo del caso.
Éste aportará la nota intelectual y dará con la clave del caso gracias a la teoría del caos.
El guion aporta como novedad cierta cultura del detective joven en un enfrentamiento contra la experiencia que dan los años del veterano policía curtido en mil batallas.
Es la misma diferencia que hay entre Spike Lee, con muchos films a sus espaldas, y Tony Giglio, que hace con éste su tercer largometraje en el que hace una puesta en escena más tendente a lo espectacular, a lo que contribuye también la presencia en el reparto de Jason Statham, protagonista de Transporter (2002), una de las estrellas del cine de acción más cotizada en estos momentos, o Wesley Snipes en los papeles respectivos del policía y el delincuente al que hay que atrapar, aunque en este caso casi toda la acción le toque en suerte a Ryan Phillippe, el intelectual del grupo, a los que saca todo el partido posible.
Todo ello contribuye al interés de esta cinta y a despertar la atención del espectador que la sigue ávido de desentrañar el crucigrama, con sorpresa final incluida, aunque tal vez algo previsible.
Las semejanzas entre 'Caos' (2005) y Plan oculto (2006) deben ser pura coincidencia y en el peor de lo casos 'Caos' (2005) es del mismo año.
Evítense suceptibilidades con respecto al más débil.
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