, . |
|
CRITICA
Por: PACO CASADO
En unos momentos en los que el Imperio Romano estaba dividido, Atila, el joven caudillo de las hordas bárbaras conocidas como los Hunos, entra en conflicto con las legiones romanas al atacar el territorio vasallo de Roma, que esperaba poder conquistarlo, pero en su camino se encontró con un valiente centurión, una bella princesa y el poder del cristianismo.
El centurión romano no era otro que Marcian, que es capturado por Atila cuando marchaba camino a Constantinopla, pero finalmente logra escapar.
A su llegada se encuentra con el emperador romano Teodosio conspirando, mientras Atila marcha contra Roma.
Marcian se gana el favor de Pulqueria, la encantadora hermana de Teodosio, y decide ir en contra de los ejércitos de Atila confiado en el poder del Dios de los cristianos.
Era la época de la aparición del CinemaScope y todas las compañías productoras hacían sus productos con películas espectaculares para rellenar la ancha pantalla.
Los llamados films de romanos, los bélicos y géneros similares se prestaban mucho al lucimiento del nuevo invento.
Por eso, en este caso la Universal, hizo esta versión de la historia de Atila encargada a Douglas Sirk, que estaba a cinco años de retirarse del cine, que no pudo negarse, a pesar de que no era el hombre más apto para afrontar este género, ya que era un director que estaba más unido al melodrama, como ya lo había demostrado con cintas dramáticas como Su gran deseo (1953) y Obsesión (1954).
El director de origen alemán, se limitó entonces a salir del paso, dada la carencia de medios que se le ofrecía para hacer una película espectacular como se trataba que fuera ésta, que era una biografía ficcionada del que era un sanguinario rey de los Hunos durante la primera mitad del siglo V.
Atila es recordado como un paradigna de la crueldad y la brutalidad, que fue conocido con el sobrenombre de El azote de Dios.
Además Douglas Sirk tuvo problemas con el protagonista, Jeff Chandler, que se negó a hacer el personaje de Atila, por lo que hubo que buscar en su lugar a Jack Palance, que fue el responsable encargado de encarnar a este personaje histórico, que estaba entonces en sus inicios como actor.
Los demás actores se limitaron a lucir su físico, no obstante Sirk puso en juego toda su maestría y sacó adelante un producto digno para pasar el rato.
El film luce una espléndida fotografía de su colaborador habitual Russell Metty.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CLIPS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE