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CRITICA
Por: PACO CASADO
Siempre hemos defendido los títulos originales ya que suelen ser la clave de una película. En este caso se nos da una vez más la razón. La traducción del original sería Una vez fueron guerreros, que dice mucho más que Guerreros de antaño (1994), que mueve a confusión con un film de acción del tipo de Mad Max, por poner un ejemplo más o menos cercano, ya que se trata de una cinta de Nueva Zelanda.
Basada en un libro de Alan Duff, se ha convertido en una de las más comerciales y premiadas de su país.
Gran Premio de las Américas a la mejor película. Premio de interpretación femenina a Rena Owen. Premio del público en el Festival de Amiens en el de Rotterdam. Premio a la mejor ópera prima en el Festival de Venecia 1994. Gran prix des Amériques, de la OCIC, del público y mejor actriz Rena Owen en Montreal. Nueve premios en el Festival de Nueva Zelanda.
Lo que en un principio parece un film de acción pronto se ve que se trata de un drama familiar.
Ambientada en Auckland cuenta la historia de la familia Heke, descendiente de guerreros maoríes, está atormentada por la actitud de Jake Heke, un padre violento debido a los problemas sociales que viven ya que son tratados como marginados.
El padre ha perdido el empleo y ahoga sus penas en cerveza, mientras se desahoga dando grandes palizas a su mujer, que le adora a pesar de todo.
Esto hace que el hogar se desmiembre.
El hijo mayor está en una banda de delincuentes, el menor en un correccional, la hija mayor (13 años) es violada y es la que cuida de sus dos hermanos pequeños.
Tan sólo la fe que la madre tiene en sus hijos y el amor que les profesa sostiene unida a la familia.
Lo mejor de esta cinta se le escapa de las manos a su realizador, el novato Lee Tamahori, que proviene del campo de la publicidad.
Porque su tema es el del choque de dos culturas.
Ella es maorí y él procede de una raza de esclavos.
Ella quiere defender su tradición y piensa en sus antepasados, él, todo fuerza bruta, choca contra esto.
Y sobre ello, la cultura del pantalón vaquero, de la hamburguesa y la litrona, de las multinacionales que lo absorben todo.
Pero con ser tal vez lo más interesante sin embargo se toca de pasada.
Tamahori pierde el ritmo en ocasiones o se entretiene en una estética de spot publicitario, que marca las escenas fuertes con grandes dosis de violencia.
Afortunadamente tenemos un estupendo trabajo de Rena Owen para contrapesar, pero a pesar de todo resulta una cinta aceptable.
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