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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ante la gran cantidad de cine del Oeste que hay hoy en día, parece absurdo alegrarse por la llegada de uno más, pero es que éste es de verdad.
Si analizamos esta película no tiene nada de nuevo.
Cuenta la historia de Lot McGuire, un peligroso pistolero profesional que viaja hasta el pueblo de Suwora donde pretende enfrentarse a tiros con un afamado pistolero Dan Blaine, que tras cumplir diez años de prisión, ahora se ha convertido legalmente en un agente de la ley.
Está realizada por un veterano director de Hollywood, Richard Thorpe, que tenía bien aprendido el oficio y al que había que reconocerle la virtud de respirar cine en sus films por los cuatro costados.
Los personajes son de carne y hueso, no sofisticados, ni retorcidos como suelen ser en el western europeo, con la humildad que pueden tener en un western de la serie B norteamericana.
El western de Hollywood parece poseer algo en su propio ambiente que le distingue de una manera especial de cualquier otro realizado fuera de sus fronteras.
Era el propio paisaje o la forma característica de ponerse el sombrero Glenn Ford o la manera de bajar las escaleras la bella Angie Dickinson.
Es un cine de pequeños detalles que, unidos, dan como resultado algo que los franceses llamarían el esprit del cine, ese algo impalpable que le caracteriza y le distingue, que entra por nuestros propios ojos que tan difícil es de apreciar.
Es la autenticidad del Oeste o al menos dentro de los cánones del cine que hemos dado en llamar auténtico con toda la transformación que hay con la realidad.
Es cine puesto en imágenes y eso es importante.
El veterano director Richard Thorpe mueve la cámara con una gran agilidad y sentido en este su último trabajo detrás de las cámaras.
Argumentalmente nos trae tipos tópicos tales como el tahur profesional, la dueña del saloom, el sheriff ex-pistolero, el matón a sueldo o el pistolero profesional.
Pero su mérito está en que a pesar de ello no se parece a ningún otro.
No le saca partido a escenas que podían tenerlo, como el duelo final al que alude el título español.
La cinta interesa lo que sus personajes, bien encarnados por Glenn Ford, Angie Dickinson y Chad Everet.
La fotografía de Ellsworth Fredericks es correcta y tiene un buen colorido.
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