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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hacía tiempo que no veíamos un auténtico western norteamericano, porque aunque el género es eterno y es de los que no pasan de moda, sin embargo no se prodiga demasiado en los últimos tiempos.
No obstante ahora nos llega éste, precisamente de la mano de Andrew Victor McLaglen, director iniciado en el género junto a John Ford, maestro ya fallecido, del que parecía que iba a ser el máximo continuador de su cine.
Las buenas producciones que en principio realizó McLaglen así lo hacían pensar.
Este que hoy comentamos nos trae un tema harto conocido que se ha prodigado en muchas historias de semejante corte.
La acción transcurre en 1909 en Arizona, donde la vida del jubilado Sam Burgade se pone patas arriba cuando su viejo enemigo Zach Provo, un medio indio, y otros seis convictos, escapan de la Prisión Territorial de Yuma, un hombre que fue detenido y encarcelado por asaltar trenes.
Desde ese preciso momento, su principal objetivo será vengarse del sheriff que lo encarceló, encontrando en la hija de éste el vehículo perfecto para consumar su venganza.
'Los últimos hombres duros' (1976) no está a la altura de sus primeras realizaciones, entre otras cosas por su tópico tema elegido, consistente en la evasión de presidio de este hombre, en compañía de varios compañeros, con el ánimo de ir a buscar y rescatar el dinero robado antes de haber sido recluidos en la cárcel y tomarse la venganza por su mano contra el hombre que allí lo encerró, hoy ya retirado, raptando como cebo a su hija para provocar la persecución.
El guion, llevado a cabo por Guerdon Trueblood, está basado en la adaptación de la novela Gun Down, escrita por Brian Garfield.
Si bien la anécdota argumental es simple y se puede resumir en cuatro líneas, es interesante ver cómo se le puede sacar partido mediante una estupenda puesta en escena bien llevada, aunque no sea excepcional, por el hijo del actor Victor McLaglen.
Si bien la película no tiene profundidad, ni pretende demostrar nada, se salva en cierto modo por la realización, llevada a cabo con rigor, dando brío a algunas escenas, con ritmo y buen pulso en otras por Andrew Victor McLaglen.
El director utiliza para ello a dos actores que dan un recio carácter a los respectivos personajes que encarnan, uno en el papel de un perseguidor implacable y el otro como un vengativo bandolero, entablando una dura batalla interpretada por Charlton Heston y James Coburn, encabezando el reparto, lo que da más emoción a la trama hasta su final.
La música de Jerry Goldsmith da relieve a las escenas más interesantes y pone perfiles de emoción a un film que a veces decae en su ritmo, pero que mantiene el interés de principio a fin, aunque adivinemos con antelación su previsible desenlace.
En algunos momentos nos recordó a esa otra cinta en la que se enfrentaban dos colosos del cine como eran Gary Cooper y Burt Lancaster en Veracruz (1954).
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