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CRITICA
Por: PACO CASADO
Encontrarse con un Oeste europeo, dirigido por Antonio Margheriti bajo su conocido seudónimo anglosajón, de Anthony M. Dawson, pero con música de Jerry Goldsmith, por cierto muy eficaz, y la presencia de actores con nombre como Jim Brown, Barry Sullivan y hasta Dana Andrews, nos va poniendo sobre la pista de que en el caso presente la producción se ha visto enriquecida con la aportación norteamericana.
En efecto, estamos ante un Oeste de Almería, por así decir, pero con algunos ingredientes extras, que le dan un aire ambiguo y no del todo desdeñable.
Un ganadero dueño del rancho Morgan, tras vender su ganado en la ciudad muere de forma inesperada y encarga a su capaz Pike llevar una fuerte suma de dinero (86.000 dólares) para pagar la nómina a Sonora (México), lo que mueve la ambición de varios individuos que van tras él por diversos motivos, originando el enfrentamiento casi continuo con cada uno de ellos y los consiguientes peligros y emociones a que dan lugar.
Enfocado en un guion con un tono ciertamente efectista y amigo de las escenas espectaculares, el film nos cuenta una historia en la que se ven implicados muchos tipos, demasiados para un guion que termina por resultar bastante sobrecargado y sin que la mediocre mano de Anthony M. Dawson consiga poner orden entre tanta situación tan dispar, ya que en la trama se mezclan elementos del cine de artes marciales con otros propios de la crítica social.
Así, el negro, el sheriff "sui generis" sin mucho recato por cumplir la ley, una mujer, un pastor, el cazador de recompensas, la chica, un indio junto con escenas de tiroteos, luchan más o menos oriental, cuchillos lanzados con pericia y luminosos escenarios, componen un puzzle desigual, un producto híbrido y atractivo, en definitiva.
Aunque la película está dirigida por Anthony M. Dawson, no se puede decir estrictamente que se trate de un western totalmente europeo, ya que influyen en el estilo y el planteamiento la participación americana.
Mantiene el interés ya que su argumento da suficientes motivos para ello y su realización es discreta, con una música de Jerry Goldsmith que se hace nota y una fotografía que saca partido de los momentos más espectaculares con bellos encuadres, comportándose el extenso cuadro de actores con arreglo a su categoría.
Cinta que en cierto modo señala ya la decadencia de un género que cada vez necesita más ingredientes para llamar la atención en su larga agonía.
Estamos pues ante un western en el que se mezclan los estilos europeos y norteamericano ya que no en vano participan en él cinematografías de ambos continentes, lo que le da un aire ambiguo.
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