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CRITICA
Por: PACO CASADO
Silvio Amadio está considerado, en estos momentos de redactar esta crítica, como una de las jóvenes promesas que han salido en este mismo año del Centro Sperimentale de la Cinematografía y ya ha dirigido con ésta su primera película.
Amadio, como otros tantos, han encontrado su primera oportunidad en poder hacer un western, que es lo que está de moda actualmente.
Tal vez de no hacerlo con un film de este género habría tenido que esperar cruzado de brazos a poder encontrar una remota posibilidad en cualquiera otra materia, que posiblemente fuera más de su agrado, pero como una primera experiencia, es válida.
Puede ser que estos caprichosos gustos del público y de los productores de darles por un género determinado y del cual se hacen producciones a montañas para saciar a la gran masa de los espectadores, son beneficiosos para los jóvenes realizadores, que tienen así la oportunidad de poner a prueba su talento a la hora de colocarse por primera vez detrás de las cámaras.
De Silvio Amadio, por lo visto, no podemos opinar que sea un genio, porque no lo es, pero tampoco debemos decir que ésta, su primera experiencia, le haya salido nada mal.
Al menos tiene ideas, pocas, pero, sí algunas que son válidas.
No son de una gran brillantez, pero sí ha sabido imprimir a la cinta algo que le da un sello distinto de todos los títulos del género del Oeste europeo que llevamos visto hasta la fecha.
Los hermanos Clark, Jackson, Wayne y Lon, asesinan a los padres de Scott Barker ante la negativa de vender su propiedad, situada en un punto estratégico para el trazado del ferrocarril.
Scott busca venganza y tras ser instruido practicando durante un año en el manejo de las armas, para convertirse en el mejor tirados del Oeste y vuelve al pequeño pueblo para saldar cuentas con la banda de los hermanos Clark.
Entre tanto se reaviva su amor por una antigua novia.
El argumento es sencillo y a veces hasta inconsistente como para sostener la acción de la película que no llega ni a la duración normal de hora y media.
La fotografía de Mario Pacheco tiene unas tonalidades bastante sobrias, con colores sostenidos que no se desvirtúan a la mitad de la historia como ha ocurrido en otras tantas ocasiones.
La música de Gino Peguri resulta adecuada y además incluye una bonita balada que canta Bobby Solo.
La interpretación resulta aceptable en el personaje central que interpreta el recién llegado Zachary Hatcher y más floja en el resto del reparto.
Si tenemos en cuenta el elenco comprenderemos que en este terreno Silvio Amadio ha tenido que realizar un gran esfuerzo.
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