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CRITICA
Por: PACO CASADO
Un médico y un policía en Nueva Orleans, tienen tan sólo 48 horas para localizar a un asesino infectado con peste neumónica.
El asesino ha matado a un hombre de un disparo, un vicioso criminal llamado Blackie, con la ayuda de varios amigos.
Es un inmigrante ilegal que había ganado mucho dinero jugando al póker.
Al día siguiente, el doctor Clint Reed del Servicio de Salud Pública, diagnostica que el muerto padecía una enfermedad que es altamente contagiosa y aconseja que encuentren a todas las personas que pudieran estar en contacto con él, para prevenir una posible epidemia, por lo que deben encontrar al asesino y vacunarlos antes de las 48 horas siguientes.
No obstante la autoridades trata de no alarmar a la población.
Un modesto pero efectivo film negro que marca un crucial punto de inflexión del estilo cinematográfico de este director.
Elia Kazan encubre con una dirección de actores verdaderamente exquisita, su técnica de expresión, dirección, dramática, con carga de explosión retardada en cada plano clave, que se prolonga hacia el siguiente.
Viendo 'Pánico en las calles' (1950), uno comprende perfectamente que Kazan realice en estos momentos ese cine típico suyo que se inscribe en la línea del cine épico.
A nivel de guion se consigue revalorizar la oscura figura que es un determinado momento la sal de la tierra, y que fuerza de tesón, de sacrificio, de fe en su razón y su verdd, salva a la comunidad de todo el país de un peligro gravísimo, para perderse luego en el anonimato del que apenas ha sobresalido.
Nuestra sociedades injusta particularmente con estos pilares que la levantan y la sostienen.
Delirantemente adoradora del cine y el confort, ha invertido y olvidado los valores de erección, de construcción, de resistencia, de paciencia, que ha sido sus autores.
El guion se ocupa muy bien de este particular.
La dirección llega más lejos.
La épica elemental del héroe anónimo, se transforma en una novela intensa, poderosa, donde abrimos la mirada a un mundo de fracasados, de tarados, de inválidos, o simplemente de pobres.
En él, naturalmente, van y vienen los criminales, los que la sociedad considera técnicamente delincuentes.
En el alto nivel, en la sombra de su super riqueza, se ocultan los grandes criminales impunes, a tenor con el refrán que dice "los grandes criminales ahorcan a los pequeños".
Cuánta humanidad, cuánta ternura, en estos personajes, incluso en los peores, captados por Elia Kazan con acierto imperecederos.
Por fuerza hemos de pensar en William Saroyan, el escritor americano de origen armenio, con esa épica del débil, del incapaz, del postergado, que busca su puesto en la rueda de la vida.
Oscar para Edna Anhalt y Edward Anhalt. Premio internacional en La mostra de cine de Venecia.
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