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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ian Stuart Black, autor del guion junto con Bryan Forbes, aunque éste no esté acreditado, ha trabajado sobre su propia novela.
El cariño que generalmente tiene un literato por su criatura le fuerza a resistirse lo más posible cuando se trata de podar su texto para hacer la adaptación al cine.
El resultado es una película que tiene una estructura y una organización más propia de una novela que de una producción cinematográfica.
'Persecución implacable' (1965) nos lleva hasta Chipre 1957, en la época en la que el terrorismo inicia una guerra de guerrillas contra las fuerzas británicas de ocupación, que preludió la concesión de la independencia por parte de Inglaterra.
En pleno conflicto, un agente británico, el Mayor McGuire, y Juno Kozani una chica norteamericana, estudiante de arqueología de visita en el país, se enamoran y juntos tendrán que hacer frente a las hostilidades que tienen que vivir.
Los autores no nos han dado referencias de los hechos, ni de la situación política o histórica.
Unos letreros pintados en las paredes, dando vivas a Makarios y a la EOKA, son los únicos detalles de verosimilitud y de realidad con respecto a los acontecimientos que se nos cuentan.
Los restantes son hechos novelescos en los que se contemplan a los ingleses con gran benevolencia y a los chipriotas como unos terroristas sin el más mínimo escrúpulo que se reúnen en una casa para planificar cómo obtener la independencia.
Con semejante parcialidad y ausencia de datos no se puede hacer un film con rigor político, ni histórico, como tampoco una crónica seria e imparcial.
Prescindiendo de la ambientación, nos queda una pesada cinta de suspense en la que todos sabemos que la chica protagonista se salvará y terminará casándose con el cumplidor y testarudo oficial inglés.
Ralph Thomas dirige con corrección, pero su trabajo es de una gran pesadez y monotonía, en la que destaca su realismo y su falta de intención moralizante, en la que se incluyen referencias a violaciones, al alcoholismo y a las relaciones extramatrimoniales, factores que no son habituales.
Susan Strasberg y Dirk Bogarde interpretan sus papeles con verdadera convicción.
La chica está muy estropeada por el maquillaje ya que cada vez que se asusta le llenan de polvos de talco en el rostro.
George Chakiris está vulgarote, defendiéndose como puede, ya que no es actor, es un buen bailarín.
Un guion vulgar y parcial, una dirección monótona, una música de Angelo Francesco Lavagnino que pasa desapercibida y una fotografía de Ernest Steward de las del montón, son el resultado de este puzzle de desaciertos que es en definitiva esta película.
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