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CRITICA
Por: PACO CASADO
Alexandra es una niña de doce años que viaja desde los Estados Unidos donde vive con su madre hasta Jaisalmer, en la India, para encontrarse con su padre, un comerciante hispano-magrebí, al que hace tiempo que no ve, ya que ha estado durante diez años en prisión, detenido por la CIA, acusado falsamente por error de ser un terrorista yihadista, de lo que finalmente salió absuelto por falta de pruebas.
Ahora se dedica a comerciar con tejidos y calzados que compra a precios bajos y que vende después en Occidente a los que actualmente marca el mercado.
Alex va a pasar una temporada con él y entre tanto ve cómo Alex, su padre, no tiene reparos en comerciar con traficantes que atraviesan la frontera de Pakistán con género de contrabando, lo que pone en riesgo su libertad, al mismo tiempo que es víctima de chantajes por parte de éstos cuando llega el momento de entregar la mercancía.
La sabidilla Alexandra hace amistad con la hija de uno de los fabricantes con la que se corre alguna aventura, desapareciendo temporalmente, lo que origina que su padre se inquiete.
Durante su estancia allí Alex hace amistad con uno de los obreros al que le enseña cómo poner una polea de la forma en que indica la cinta de Moebius, que es como el símbolo del infinito, el movimiento sin fin, para que sea más fácil la tracción del motor y no se salga, lo en una de las ocasiones, al no hacerle caso, provoca un cortocircuito que origina un incendio y explosión en la fábrica y al estar el padre presente creen que ha sido él, que ha provocado un acto terrorista, en cuya declaración es importante lo que dice la pequeña respecto a la cinta de Moebius.
La historia tiene como escenario principal la India con sus costumbres, su colorido y formas de vestir, a lo que no le saca mucho provecho, como igual ese lado oscuro del comercio internacional donde el consumismo de los países más poderosos sustentan la miseria de los más pobres.
El guion y la dirección corresponde a la escritora y cineasta madrileña Irene Zoe Alameda, que se encarga también del montaje, compone parte de la música y produce, este intenso drama con unas gotas de thriller con el que hace su ópera prima en el largometraje de ficción.
Este relato de interés humano realizado en una coproducción internacional independiente es el resultado de varios años de duro trabajo e ilusión por parte de la directora para lo que ha contado con el equipo de rodaje de sus cortos y con el trío de actores protagonistas que encabezan el reparto.
Los diálogos padre e hija son más de una niña mayor a su edad.
A lo largo de la trama se deslizan temas como las relaciones laborales, la presión social, el pasado del padre, la crítica política, los prejuicios, el perdón, el racismo, la relación paternofilial, la intriga, el amor, la familia y una puesta en escena un tanto monótona y repetitiva.
Destaca la revelación de la pequeña Rocío Yanguas en el personaje de Alex, Fernando Gil como su padre y Aitana Sánchez Gijón es Vera, una representante de la empresa que le compra los tejidos al padre, que tiene un cometido secundario.
Es el enfrentamiento entre dos mundos con dos culturas tan diferentes y formas de entender la vida, pero no se ha sabido aprovechar este aspecto que apenas si se toca a lo largo de la narración, con alguna que otra escena emotiva entre padre e hija.
Premio a la excelencia a la mejor película y a la mejor actriz Rocío Yanguas en los Winter Film.
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