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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine de espías es un género que siempre suele tener éxito en el cine norteamericano, aunque últimamente está bastante abandonado.
No siempre se ha tratado en serio y en este sentido se podrían citar algunos ejemplos de comedias que lo tienen por base, aunque no vienen al caso, ya que el presente nos puede servir de ejemplo, aunque no sea de los más logrados en este aspecto.
JJ es un corpulento y rudo agente de la CIA, que presume de duro, que tiene más aspecto de boxeador que de espía, al que en principio se le encarga la misión de intercambiar unos diamantes por plutonio, pero se liquida a todos los que intervienen en el caso menos al jefe, Víctor Márquez, que escapa, pero necesita los planos para construir la bomba que cree que puede tener Kate, la mujer de su hermano David, ya fallecido, que es enfermera y tiene una hija, Sophie, de nueve años.
Para ello, el siguiente paso es vigilar a Kate y a su hija, que acaban de llegar de París, donde dicen que tienen contactos con terroristas, que se instalan en un apartamento de Chicago, a la espera de que Victor se ponga en contacto con ellas para que le diga dónde se encuentran los planos.
La misión consiste en alquilar un piso al lado y en un momento en que estén fuera ambas, instalar cámaras de vigilancia.
A ello le ayuda Bobbi, una experta en esta lides, que no es por cierto la espía más lista del departamento.
Pero Sophie los sorprende en su vigilancia, los fotografía con su móvil, y le hace chantaje a JJ para que no los denuncie.
Tras este comienzo, toda la trama de esta historia consiste en las relaciones que se establecen entre JJ y Sophie, con sus constantes chantajes para hacer lo que ella quiera y de paso entra también en escena una pareja de gays que viven en el otro apartamento de al lado, así como la relación entre JJ y Kate, aspecto este previsible en toda comedia que se precie.
Las situaciones, todas muy convencionales desde el inicio, no son las más divertidas que se pueden imaginar, pero sirven para hacer pasar el rato, si no se es muy exigente.
En el aspecto interpretativo se surte de la rudeza del ex luchador profesional Dave Bautista, que como actor tiene menos matices que una estatua de bronce, la simpatía de la niña Chloe Coleman y de su madre la actriz Parisa Fitz-Henley.
Por su parte Peter Segal es un director que está acostumbrado al género de la comedia desde que comenzó con Agárralo como puedas 33 1/3: El insulto final (1994) además del remake de El profesor chiflado II: La familia Klump (2000), El clan de los rompehuesos (2005), o la versión del Superagente 86: De película (2008) entre otras, que lleva a buen ritmo esta historia, que está a la altura de la mediocridad de sus títulos anteriores, que no es muy innovador en cuanto a la puesta en escena de esta comedia de acción familiar.
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