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CRITICA
Por: PACO CASADO
Realizada en un momento en que estaban de moda los títulos largos, nos quedaba en la filmografía de Woody Allen la laguna de esta película que la censura no había dejado pasar hasta hora, cuatro años después, a nuestras pantallas.
En este film se ríe del sexo, un tema que siempre ha sido de los favoritos de Woody Allen, que suele estar presente en sus cintas, declarando con frecuencia que sexo y muertes son las únicas verdades de la vida para el más importante cómico norteamericano haciendo una obra en contra del mismo, como en otras ocasiones lo hizo contra la muerte o cualquier otro tema, siempre con ese humor tan característico suyo, como buen judío de Nueva York.
Basándose en el libro del doctor David Reuben, tiene aquí la oportunidad de hacer una sátira de las terapias sexuales y dedicar estos episodios a su temática favorita.
Siete satíticas preguntas sobre el sexo, contestadas con otros tantos episodios que van desde la utilización del amor para que el marginado bufón de la corte consiga los favores de su majestad la reina, o el psiquiatra practicante de la sodomía con una preciosa oveja australiana, terminando con lo que le sucede al organismo masculino en el momento de la eyaculación.
Siete lunático sketches sobre el deporte favorito del hombre.
Siete relatos que ilustran, con mayor o menor fortuna, temas sobre la sodomía, el orgasmo femenino, los afrodisíacos, el travestismo, etc.
Trata abiertamente con un sentido del humor aspectos que figuran en los ídices de sus obras anteriores.
Woody Allen consigue hacer de cada idea original la base de los episodios.
Hay dos excelente parodias de dos corrientes de la ciencia ficción que son sus mejores espisodios.
Siempre con una mezcla de broma y aires científicos, reúne varios casos sexuales, en torno a los afrodisíacos, la frigidez en la mujer, las perversiones, la sodomía, el homosexualismo, el coito, la eyaculación, los travestis, los amores inconfesables, etc., hasta sumar un total de siete episodios, en los que a través de diversos géneros, como el cine de época, el terror, la parodia televisiva o la ciencia ficción se ridiculizan diversos aspectos sobre el tema, unas veces con finura y delicadeza, otras incluso recurriendo a la sal gruesa si es preciso, con tal de que resulte eficaz, que las historias fluyan con gran facilidad, de manera inteligente y las carcajadas broten de los labios de los espectadores que ríen con gran frecuencia y de forma constante, casi sin pausa.
En todos ellos Woody Allen es una constante más con su presencia y protagonismo, cuya destacada labor en este aspecto lo es también detrás de las cámaras como director o con la pluma como eficaz guionista.
A veces con tendencia al surrealismo como el episodio magistral de la oveja interpretado por Gene Wilder o el de Woody Allen haciendo de espermatozoide, mientras en ocasiones hace una crítica costumbrista, otras una excelente parodia de los concursos de la televisión, consiguiendo un equilibrio y una maestría como pocas veces en su cine.
Posiblemente la elección del esquema de la película de sketchs haya sido para evitar la monotonía, pero también se corría con ello el riesgo del desequilibrio o la irregularidad en cuanto a los logros conseguidos en cada uno de ello que podían ser diferentes, unas veces mayor y otras menor, aunque en este caso todos rayan a una altura bastante notable.
Para nuestro gusto nos quedamos como más brillante y divertido el del esperma, tratado en el género de la ciencia ficción, recordándonos en este sentido al film 'Viaje alucinante' (1966), de Richard Fleischer.
Entre la gran lista de intérpretes destacaríamos a Gene Wilder en el capítulo de la sodomía.
En definitiva una buena comedia en la que se demuestra que para ridiculizar el sexo no hace falta abusar de él sino simplemente llamarse Woody Allen.
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