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CRITICA
Por: PACO CASADO
Los animales que conquistaron a toda una generación con las anteriores entregas de 2001 y 2010 vuelven con este tercer capítulo.
El gato Gwen y el perro Roger, son dos agentes secretos encubiertos que protegen y salvan al mundo de los perros y los gatos, que tradicionalmente se llevan mal de toda la vida, de ahí el dicho de que "se llevan como perros y gatos" cuando se refieren a dos personas que tiene diferencias entre ellas.
Pero últimamente se ha logrado una asociación en la que durante un tiempo se ha prohibido toda clase de hostilidad entre canes y felinos que se establece para toda una década.
Pero esa paz de larga duración se ve amenazada cuando Pablo, un malvado loro, descubre una forma de manipular las frecuencias que únicamente los perros y gatos pueden captar, introduciendo un sonido que hace que esa paz se torne de nuevo en una guerra entre estas dos clases de animales.
Ello está motivado porque Pablo, el loro en cuestión, en colaboración con el resto de mascotas de la tienda en la que viven todos, está celoso de que los únicos animales que siempre son adquiridos por los clientes que entran a comprar son los perros y los gatos y nunca el resto de animales, por lo que trata de que estos se vuelva ariscos y peligrosos para que nadie los quiera en sus casas.
Paralelamente a esta historia animal, transcurre otra entre humanos.
Se trata de dos familias vecinas, una de ellas está constituida por un padre y su hija Zoe, que es músico y se encuentra en paro, ya que últimamente no se le ocurre ninguna nueva canción que componer, van a ser desahuciados y han de mudarse a un piso más pequeño con un alquiler más reducido.
La otra la componen el joven Max Harper y su madre que cuida de que su hijo sea un buen deportista y triunfe en el tenis.
Ambas familias viven en el mismo edificio pero apenas se conocen los componentes de las mismas.
Si la primera historia, la de los animales, es poco menos que imposible, por mucha fantasía que se le quiera echar y además transcurre de una forma lenta, sin el más mínimo sentido del ritmo, la segunda es del todo punto previsible, se arreglarán los problemas de una familia y triunfará el chico de la otra para terminar haciéndose amigos.
No pretendemos con ello estropearles la función, pero es que no hay más cera que la que arde en este endeble guion y de la dirección ni digamos.
Sean McNamara es productor de unas cincuenta películas y series de televisión metido a director de más de 60 títulos la mayoría series o producidas para video como ha ocurrido con ésta en EE.UU., que sin pasar siquiera por las plataformas que están ahora tan de moda, ha ido directamente a vídeo.
Como las dos cintas anteriores de esta serie Como perros y gatos (2001) Lawrence Guterman, con Alec Baldwin y Jeff Goldblum, fue muy rentable, originó una secuela, 'Como perros y gatos: La revancha de Kitty Galore' (2010) de Brad Peyton, con Bette Midler y Chris O'Donnell, también obtuvo beneficios aunque muchos menos que la primera, es por lo que se decidió hacer esta tercera que ahora se estrena en España en las salas.
Si artísticamente la primera fue deficiente, la segunda siguió en la misma línea, imagínense como puede ser la tercera, superando a las dos anteriores en el peor sentido.
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