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CRITICA
Por: PACO CASADO
Siguiendo con la moda de pasar historias de los comics al cine nos llega ahora Conan, un personaje que fue creado por el escritor de ficción Robert E. Howard (1906-1936) y que apareció por primera vez en las revistas norteamericanas en el año 1932.
Con esta película se vuelve también a rodar en España tras haber recorrido varios países, renaciendo tal vez la costumbre adquirida en los años sesenta de hacerlo en nuestro país.
Al mismo tiempo vuelven igualmente las aventuras de los Hércules, Maciste y todos esos héroes corpulentos y musculosos que eran protagonistas de aquellas historias de cartón piedra.
La de Conan es la de la una venganza, al quedar huérfano el protagonista a los pocos años de edad, y ser sus pares asesinados y su tribu destruida por un salvaje señor de la guerra, Thulsa Doom.
Primero es convertido en esclavo, después en gladiador y por fin consigue la libertad y se une a Subotai y Valeria, la Reina de los Bandidos y comienzan un peligroso viaje a la Montaña del poder y el inexpugnable Templo del Culto a la Serpiente y finalmente obtiene su venganza tras múltiples luchas y aventuras.
45 años después de la muerte de Robert E. Howard la productora Universal adapta para el cine una de sus obras en estos momentos en los que el género fantástico está en voga.
No cabe dudas que el film está planteado como un tebeo, en el que se ha dejado libre la imaginación para crear las increíbles hazañas que se suceden sin cuento, sin prestar mucha atención al realismo de las mismas.
John Milius, que tiene una buena carrera, primero como guionista de cintas como 'Harry el sucio' (1971), 'Las aventuras de Jeremiah Johnson' (1972), o 'Apocalipse now' (1979), y como director de títulos como 'Dillinger' (1973) o 'El viento y el león' (1975), esperábamos mucho más que el resultado que ha obtenido en esta espectacular producción.
El prometedor comienzo, con un pequeño papel para Nadiuska, se ve después complicado por un embrollado guion que lía las cosas, logrando tan sólo algunos buenos momentos de manera parcial.
Tal vez el hecho de tener que luchar contra la gran superproducción y el mastodóntico espectáculo le hayan podido.
La película posee una extraña música de Basil Poledouris que se sale de los módulos habituales de esta clase de films mientras que la fotografía de Duke Callaghan resulta algo oscura en ocasiones.
Los actores encajan más por sus físicos que por la posibilidad artística que le dan sus personajes.
Globo de oro a Sandahl Bergman, que también ganó el premio de la Academia de Ciencia ficción.
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